Siempre he sido un convencido de que la democracia la hacemos todos; no obstante, también, a través de la historia hemos constatado que no existe una democracia perfecta, libre y total; la mayoría de las veces se tiene una democracia dirigida, en la cual, todos deciden el camino a seguir de un grupo de personas. Uno de los fines de la política, para quienes creemos en ella como un apostolado civilista, es la lucha por el bien común y la justicia social, y no como una manera de alcanzar objetivos individuales es, ante todo, privilegiar la democracia; por lo que los partidos políticos deben ser los primeros en aplicar procesos democráticos en su interior, como fundamentación cierta de que se privilegia el valor del colectivo y de la lucha sostenida en el tiempo y el espacio por aquellos dirigentes que trabajan denodadamente por el beneficio de la sociedad en todo su contexto estructural. ¿En verdad sucede? Hacer política no se trata solo de ver quien tiene más gente empadronada, quien gana o pierde una elección, quien habla mejor o quien tiene mayores recursos; se trata de que mujeres y hombres deben conducirse bajo principios y valores éticos y morales (por aquello de ser una potencia humana doblegable), es decir, girar su actuar con total rectitud y honestidad, y eso solo lo puede constatar la realidad, es decir, el pueblo como poder soberano de decisión democrática.
Lo que vivimos el pasado 21 de noviembre en DICTADURA, fue una elección más, pero desgraciadamente como muchas otras, una elección que estuvo plagada de prácticas que tanto hemos criticado y que nada abonan a un ambiente democrático. De parte del partido del régimen, se observó las distintas formas de compra de votos, acarreo de gente, intimidación y amenazas contra los ciudadanos e incluso, para con el personal funcionarial del Estado hubo una persecución deleznable para llevarlos a votar. Presenciamos hechos muy lamentables durante y al final del día; violencia de los colectivos – socios del PSUV, de los propios miembros de las fuerzas armadas y policiales, contra el pueblo (muertos y heridos) que a pesar de las vicisitudes quería ejercer su derecho al voto.
El régimen y/o dictadura se CREE ganador del proceso electoral; ¿Pero que ganaron? A mi modo de ver, no ganaron nada, mantuvieron las gobernaciones que han tenido por siempre y perdieron un poco más de la mitad de las alcaldías que ya tenían; igualmente en la misma forma también perdieron diputados a los consejos legislativos y concejales y más de un (1) millón de votos. Contando, a la vez, con un C.N.E. completamente a su favor; que como siempre y hay que recalcarlo, está a disposición del Maduro y de su régimen.
Este último tema merece un aparte especial; existía el compromiso del régimen, por aquello de la presión interna y externa, de nombrar un nuevo C.N.E (se nombró una directiva, “supuestamente” conformada por 3 miembros del régimen y 2 de la ¿oposición?) que, permitiera abrir los espacios para un proceso electoral justo y en correspondencia con los rigores de un proceso participativo, plural y sin restricciones de ningún tipo; se propuso y se aprobó al respecto, la participación de una veeduría internacional, entre otras consideraciones, como por ejemplo, libertades a los presos políticos, quitar las inhabilitaciones existentes sin justificación, devolverle los partidos políticos a sus directivas legalmente establecidas por sus órganos internos de dirección, y el régimen se comprometió a eliminar los gobiernos paralelos (protectores) a los electos legalmente. De todo ello, nada más se cumplió la veeduría internacional, en este caso de la UE y desde que llegaron al país el Maduro los “atacó y los amenazó de que no podían expresarse libremente”.
El no cumplimiento de estos acuerdos, obviamente, generó conflictos sobre todo en la sociedad opositora. La falta de garantías electorales, el abuso continúo del régimen, y la discordancia crematística entre los partidos de oposición (G4 y otros) llevó a una gran cantidad de venezolanos opositores a abstenerse y fue mayor la abstención opositora que los participantes.
A seis días de la jornada electoral, se vive un ambiente de incertidumbre, especialmente en los integrantes de la sociedad política venezolana. Quien escribe, piensa que a partir de este momento tienen que, devenir de manera radical cambios en el acontecer político en Venezuela. Cada organización política, tiene que buscar sus propios horizontes; deben redefinir sus planteamientos ideológicos y demostrar rigurosidad en la construcción de un programa de acción gubernamental como propuesta de gestión ante el soberano. Deben “abrirse caminos por sí solos”, con estrategia de acción, con inteligencia, con pasión por la construcción de una nueva sociedad, con la participación de todos los sectores de la vida nacional y fundamental en la búsqueda de la democratización profunda y coherente en todos los espacios de la vida activa del ciudadano. Hoy, da pena decirlo, son apéndices del régimen, con muy poquísimas excepciones.
La UNIDAD es un vínculo de acción nacional, pero a mi modo de ver ésta se construye, desde abajo (con el pueblo, apoyándolos en la solución de sus problemas), no desde las cúpulas como viene ocurriendo y en atención al interés colectivo, no al interés grupal o personal. De allí, el hecho del fracaso rotundo de la palabra UNIDAD. Más que UNIDAD, en nuestro país lo que existe es una mescolanza de intereses subalternos, clientelares, que quieren arrastrar a toda la sociedad a un mismo camino, a un mismo plan de acción y muchos se niegan a ser “borregos” de un grupúsculo de personas; muchas veces inescrupulosas, con sus excepciones, por supuesto.
Las elecciones, no trae consigo soluciones a nuestros problemas. Venezuela vive horas de angustia de desasosiego; el régimen y/o dictadura solo quiere poder y más poder y muchos pseudos opositores le acompañan. Les importa nada (Un coño) el hambre, la miseria y la muerte de nuestro pueblo. En los cambios por venir, por supuesto, que los partidos políticos tienen que ser protagonistas de primera línea; el “prestigio” juega un rol preponderante. La democracia los necesita; las libertades ciudadanas necesitan estar respaldadas por el impulso de la política y de las instituciones del Estado y eso requiere fortalezas de nuestras organizaciones políticas. Sin partidos políticos, muere la democracia y eso es lo que quiere el régimen y/o dictadura comunista. Si éstos no se transforman, “el PUEBLO les va a pasar por encima”; y las consecuencias de ello es impensable, no lo duden.
El régimen perdió el 21 de noviembre; no logró reconocimiento internacional, al contrario, antes de las elecciones recibió una repulsa importante de EE. UU y un apoyo incondicional al Ing. Guaidó y así muchos otros países del continente y más allá; las migraciones aumentan por una razón obvia, los problemas se agudizan; la CPI cumple con sus obligaciones; es decir, estamos cada vez más cerca del abismo y se ganó la aplicación del artículo 72 de la CN, un REVOCATORIO de manera URGENTE. Aunque hay muchas personas que dicen: “con ese CNE no se puede ni siquiera intentarlo” y que hay que esperar elecciones presidenciales justas y libres, para 2024 ¿con cuál CNE?.
Por ahora, un REVOCATORIO le “resuelve” los problemas a los partidos; si quieren salir de MADURO demuéstrenlo. Un SI o un NO es suficiente, y eso no necesita un gran esfuerzo, la gente SALE (87% de rechazo) sola a votar para salir de las sabandijas del régimen. Los alacranes se están moviendo, no quieren salir de su capital político y económico, el Maduro y su régimen.
Marlon S Jiménez García
@marjimgar