Presente y futuro del animal. Por Eugenio Montoro

Para los que iniciaron la lectura de este artículo atraídos por el título y pensando que nos referiríamos a Maduro pues pronto les aclaramos que no es por allí por dónde van los tiros y nos vamos a referir a otra cosa.

El ser humano se diferencia de todos sus primos animales por su mayor capacidad de pensar. Esto le dio la oportunidad de ir resolviendo cosas y hacerlas mejor o más rápido o con menos esfuerzo. Así fue creando peroles y formas de organización para minimizar lo que le disgustaba y maximizar lo que le gustaba. En pocos miles de años ya era dueño del planeta y había desarrollado complejas formas de agrupación.

A diferencia de los otros animales el humano puede manejar grandes volúmenes de información de su pasado y puede imaginar su futuro con buen detalle, mientras que en los animales el pensamiento se centra en el presente con códigos de comportamientos repetitivos a los que hemos llamado instintos.

Así las cosas, dentro de la compleja colmena humana, el pensamiento dirigido hacia el futuro es parte de su esencia. A los niños se les prepara para que en el futro tengan éxito que en general se asocia a ser feliz. De esta manera nuestro sistema social nos empuja hacia el futuro y a conseguir las metas que creemos (o nos hicieron creer) son buenas.

La tensión para conseguir esas metas hace que todo nuestro cerebro y organismo actúe como si peligro de supervivencia se tratara y todo nuestro sistema endocrino actúa en consecuencia. De esta forma, nuestra capacidad de imaginar el futuro es también nuestro principal generador de angustias. El resultado de todo esto son personas alteradas emocionalmente al no lograr sus metas, creerlas en peligro de lograrlas o de perderlas. Estos son los clientes preferidos de las empresas farmacéuticas por el consumo de calmantes y antidepresivos y los doctores del cuerpo y de la mente tienen un abundante trabajo.

Lo cómico del asunto es que, a estos enfermos de depresión y otros padecimientos causados por sus reales o posibles fracasos, la recomendación de los expertos sanadores es que deben centrarse en el hoy. Que deben olvidar el futuro que los agobia y centrase en el presente. Dicho de otra manera, que dejen de ser humanos y asumir la tranquilidad del animal que solo vive el día a día. Cinismo puro, después de que todo el sistema social nos educa y nos empuja a trabajar a brazo partido para tener un mejor futuro, cuando colapsas y te enfermas en el intento, viene un sabiondo y te dice que vivas en el presente. No fuñas como dirían mis paisanos. 

El tipo de economía que llamamos capitalista es una actividad enfocada al futuro. Por ejemplo, miles de personas en el pasado pensaron en futuro y construyeron grandes empresas y muchas otras hoy están pensando en hacer lo mismo. Toda la educación está encaminada a fabricar un mejor futuro y toda nuestra actividad diaria tiene esa tendencia. Iremos de viaje, tendremos una casa propia, se graduará nuestro hijo, todos son verbos en futuro. De manera que el capitalismo es una actividad relacionada con el quehacer humano y su esencia.

El comunismo es distinto. Allí no gustan de que las personas sueñen con grandes empresas. Limitan la libertad de acción y de expresión y tratan de igualar a todos. Persiguen crear un hombre sin ambiciones, bueno y contento con lo que tiene. Los lujos son prohibidos y ser rico es malo. Este esquema evidentemente está más ligado a vivir en el presente que es precisamente el que utilizan nuestros primos animales.

Y allí está posiblemente el quid del asunto, o vivimos como como humanos llenos de tensión, concentrados en el futuro, buscando nuevos negocios y mejoras o nos comportamos como animales donde la iniciativa privada desaparece y la vida es monótona y limitada.

En Venezuela tenemos una dictadura comunista disimulada con elecciones. El país está hecho añicos en todas sus facetas y por la falta de actividades con propósito futuro nos hemos convertido en una sociedad básicamente animal. Nada se repara, nada se resuelve, nada se programa. Los negocios y empresas, ejemplos vivos del ser humano y su visión de futuro, están cerradas. Un país sin futuro, un país deshumanizado.

Contra este atraso estamos luchando. Este régimen animal debe concluir y dar paso al humano y a su empeño en construir un futuro diferente y mejor. Nuestra mejor oportunidad de resolver, sin tiros, esta catástrofe, siguen siendo las negociaciones que se efectúan en México. De allí va a salir un acuerdo para volver a ser humanos y abandonar este mal sueño. Anótenlo que pronto se reiniciarán.

 

Eugenio Montoro

 montoroe@yahoo.es

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