Recodo, un tanto final, de nuestras vidas y sus múltiples adyacencias (I parte). Por Luis Acosta

Siempre escribimos cosas parciales sobre nuestra familia. Hoy, a los recién cumplidos 92 años de edad, y a ocho de la centuria, queremos ensayar y lograr algo más completo que sirva de base a este recodo, un tanto final, de nuestras vidas y sus múltiples adyacencias. 

Carmen Cecilia, mi esposa, mi amiga, mi mujer y confidente, con quien estoy unido desde hace setenta años, nació cerca del Colegio Zaragoza y la alegre gallera de Bellavista. Como hoy, era y es preciosa. Su color canela con rostro delicado y cuidado desde muy joven. Nos casamos a los 22 y 18 años respectivamente. Fue tan sencilla como hermosa su juventud. Tuvo su primer hijo al cumplir sus 19 primaveras. Lo llamamos Roberto Alejandro, Chicho. Es Ingeniero de la República, de la primera promoción de la Universidad Metropolitana, Caracas. De principio, vivimos en la calle Venezuela cerca de la Plaza San Juan de Dios. 

Nuestro comportamiento en el Banco Comercial de Maracaibo nos labró conseguir un crédito y construir nuestra primera propiedad de manos del conocido constructor Alfredo Cayama. Nuestro terreno, hasta donde alcanzaron nuestras disponibilidades, estaba ubicado en Las Veritas cerca del cine Tropical. Una partera, como era lo usual, trajo a Katiuska, nuestra primera hija, a esta morada y ya éramos Contador General del Banco. Ella después, se convirtió en Ingeniero Civil de LUZ. 

En el año 1961, tuvimos la fortuna de poder hacernos propietarios de una regia quinta ubicada en la Avenida 13, a tres cuadras del Hotel Detroit y del Banco Maracaibo. En ese entonces ya era el Auditor General del Banco Comercial de Maracaibo con firma apoderada y un especial departamento de más de 25 oficiales de diversas preparaciones. Además, habíamos logrado excelentes resultados como profesor del Instituto de Capacitación Bancaria, INSBANCA, dada a la vida con recursos del INCE. En esta casa y la Clínica Falcón, con el Mono Martínez como Obstetra y amigo, nacieron Milagros del Valle,  después Ingeniero Industrial de la UDO; Samuel Antonio,  y Mirta Eugenia, Economista y Pedagogo, respectivamente de la North Texas State University, de Denton, Texas. Se habían cumplido los compromisos primarios de nuestro matrimonio: “tú te ocupas de la salud y los estudios de nuestros hijos bajo el lema “el colegio es sagrado” y yo me encargo de producir riquezas para vivir sin abundancia pero sin escasez”. Esta parte se consiguió con trabajo, entrega y dedicación. La suerte estaba echada. 

Después, la segunda etapa, tan buena y productiva como la primera. Fuimos contratados para dirigir la fusión del Banco de Fomento Regional Oriente, con sede en Cumaná, y el Banco de la Construcción, con sede en Caracas, para hacer nacer el Banco de la Construcción y de Oriente. Paralelamente es consagrado el marabino Mariano José Parra León como Obispo de la Diócesis de Cumaná. Así pues, coincidimos con Parra León en la llegada a Cumaná en ese Enero de 1967. Finalizado el tiempo estipulado para hacer la fusión bancaria antes mencionada, la cual fue lograda exitosamente, nos tocaba regresarnos a Maracaibo dado que el contrato había sido concretado y finalizado. Sin embargo, para sorpresa nuestra, un grupo significativo y representativo de cumaneses se dieron a la tarea de hablar con el Gobernador recientemente nombrado, Sr. Jose Berrizbeitia, y convencerlo de la “conveniencia para el Estado Sucre del nombramiento del Sr. Acosta como Director de Administración del Estado”. El Gobernador tuvo la osadía de oírlos e hizo nuestra designación.  Esta manera en que sucedieron las cosas, además de haber sido una bendición, se convirtió en causa de un profundo compromiso. Así, en 1968, entramos por la puerta ancha a la Gobernación del Estado Sucre como Director de Administración lo cual significó también una entrada a la acción política ya que ese nombramiento debía tener la aprobación del Dr. Rafael Perez Febres quien fungía como Presidente de Copei en el Estado Sucre y que además, nos mostraba una gran simpatía. De esto se desprende la posterior designación como Secretario General de Gobierno y las pasantías como Gobernador Encargado, en tiempos cortos y largos, pero definitivamente importantes para el trabajo general que veníamos desarrollando.

En el año de 1974, nos tocó, siendo Gobernador Encargado del Estado Sucre, que habíamos fungido por el largo año 1973, debido a un accidente vehicular sufrido por el Gobernador titular, Jorge Villegas, entregar el gobierno del Estado a las nuevas autoridades devenidas de las elecciones de ese diciembre. Para nuestra fortuna, el Banco de Maracaibo, que buscaba emprender su expansión hacia el oriente del país, nos hizo la oferta de encabezar esa expansión desde Puerto La Cruz. La aceptamos con gran contento por tratarse de una organización con la que habíamos crecido paralelamente y que nos dio la oportunidad de regresar a la banca. Al otro día de haber entregado el gobierno en Cumaná, estábamos en Puerto La Cruz comenzando la ardua tarea de enraizar el Banco de Maracaibo en el oriente del país. Logramos el cometido de la expansión y entregamos nuestra jefatura en 1986.

Durante estos años de vida, hemos pasado momentos muy agradables,  muchos de ellos viajando por Las Antillas, Japón, Singapur, Tailandia, Hong Kong, Rusia, Hawai. Visitamos Europa en varias ocasiones siendo las más visitadas Barcelona, Madrid, Mallorca, Ibiza.

En Cumaná, como Presidente del Club de Leones logramos construir la sede que incluía un dispensario médico odontológico que aún funciona. También presentamos el plan de financiamiento para la construcción de la sede de la Cámara de Comercio del Edo. Sucre a la entrada de la ciudad. 

En Puerto La Cruz, con colaboración de amigos de siempre, organizamos por años El Luisazo, que consistía en un festejo para celebrar nuestro cumpleaños, y que se convertía en una romería en la que coincidían buena parte de la sociedad desde el Obispo Maradei, quien nos brindó el honor de su amistad, y el Gobernador del Estado hasta los amigos, allegados y conocidos de todo el Oriente y buena parte del país. Esa celebración nos complacía sobremanera.  (continuará)

 

Luis Acosta

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