Pero lo que me motiva a volver a tratar esto no es esta última decisión de la pareja Ortega Ferrer de cambiar su residencia. Poco me importa. Más bien se trata del hecho de que la sociedad venezolana parecer tener memoria corta. No obstante las experiencias vividas en Venezuela en los últimos 20 años, como que sufrimos de amnesia temporal, o incluso permanente. Parece, por lo visto, que a los hijos de Bolívar todo se nos olvida y en poco tiempo. Me refiero en esta oportunidad a las consecuencias de la acción de Chávez y sus cómplices cuando en febrero del 1992 intentaron derrocar al gobierno legalmente constituido y echar al suelo nuestras instituciones democráticas y nuestro sistema de libertades.
En ese intento, como recordaremos, el presidente de la República de ese momento, el Sr Carlos Andrés Pérez, democráticamente elegido, se escapó de ese intento de magnicidio por milagro. En ese intento de magnicidio y de golpe militar, murieron muchos ciudadanos, incluyendo jóvenes soldados de la patria, bajo las armas que la República había confiado a esos asesinos. Sí, muertos por las balas disparadas por ese grupo de aspirantes al título de homicidas, y que se graduaron con honores esa misma noche. No nos olvidemos que fueron aproximadamente 300 los muertos por el grupito “de por ahora”.
Pero somos un pueblo tan débil con una memoria tan corta que pocos años después elegimos a ese asesino votándolo como presidente de la república. Y no nos conformamos con esa afrenta a la civilización que representó Chávez sino que hemos permitido que esa misma banda de delincuentes haya continuado en el saqueo patrio ya programado.
Pero por favor, apreciados lectores, le pido que hagamos un poco de memoria; sé que para nuestro pueblo es difícil recordar. ¿Podríamos devolver la cinta un par de años antes de las elecciones de 1998? Entonces comencemos por recordar que Chávez llega de la mano y con la ayuda financiera de algunos dirigentes venezolanos formados y educados con el patrocinio de esa constitución a la cual aquel fatídico día 2 de febrero del 1999, el hoy muerto de Sabaneta declaró moribunda.
Desgraciadamente así fue, lo subieron en un pedestal catalogándolo como aquel que representaba la salvación del país. ¿Por qué? ¿es que estábamos pasando hambre? ¿es que el salario mínimo era como es actualmente de 3 dólares? ¿ De verdad? necesitábamos un cambio ¿ y por qué ? ¿Es que no se respetaban las libertades individuales y había que declarar la constitución moribunda ? ¿Es que no se podía manifestar sin ser objeto de las bombas lacrimógenas? Y los muy necios lo repetían: necesitamos un cambio. Y continúo preguntándome ¿pero por qué? ¿Es que se practicaba la tortura en los calabozos de la DISIP? ¿Un cambio porque nuestra industria del petróleo no era eficiente? ¿La producción agrícola era muy limitada y no éramos autosuficientes en muchos rubros agrícolas? De acuerdo, deseábamos o necesitábamos un cambio. Un cambio porque ¿es que teníamos presos políticos? ¿O es que no había un sistema judicial que no obstante algunos lunares cumplía con su cometido?
Entonces todos aquellos -empezando por algunos jefes de industria y de medios de comunicación-que se volcaron en convertir a ese Diablo en un San Juan de Dios, lo que hicieron en la práctica no fue otra cosa que traicionar a la patria, esa Venezuela que les había dado todo. Pero no les bastaba, querían un cambio. La verdad es que el Diablo a quien ayudaron a escalar les dio el cambio; por ejemplo, expropiando empresas y medios. Entonces la comparsa con el zambo de Sabaneta ¿qué objeto tenía? El resultado fue que aprovechándose de la memoria corta de ese manso pueblo llamado Venezuela, los promotores creyeron que como era zambo y poco culto lo iban a manejar como quisieran; el cálculo salió mal, ya que el comandante era un perfecto bandido y gran actor y haciéndose pasar por simplemente un militar ignorante, que era exactamente lo que esa camarilla del Country Club creían que era, simplemente los engañó. ¿ Y qué pasó ? Que hasta el queso se lo comió.
Memoria corta de un pueblo. Memoria corta combinada con cinismo de riquitos hijos del petróleo patrio. Y ahora casi todos estos últimos en Miami o en Madrid a llorar y a celebrar el día cuando les llega el pasaporte, si es que les llega.
Raúl Ochoa Cuenca, en Madrid el 1 de noviembre del 2021
@raulochoa29