Sería mezquino negar que el nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE) designado al inicio de 2021, a pesar de que todavía adolece de toda la credibilidad que debería inspirar un organismo de tanta trascendencia democrática como ese, por lo menos logró un significativo nivel de aceptación nacional e internacional. Podría decirse que de alguna manera le lavó buena parte del rostro al actual sistema político venezolano. Es indudable que los nuevos rectores del Poder Electoral, así consagrado en la Constitución, nombrados luego de una decisión consensuada, contribuyeron a restablecer, en buena medida, la confianza que se había perdido en el árbitro electoral. Esta particular circunstancia estimuló a un buen porcentaje de la población electoral y a la mayoría de los partidos y movimientos políticos, a participar en las elecciones regionales y municipales del 21 de noviembre.
Todas las etapas que debían programarse y realizarse en función de cumplir los requerimientos del proceso electoral respectivo, contaron con el aval de los cinco rectores y de las organizaciones con fines políticos que decidieron concurrir a todos los eventos relacionados con las pruebas y auditorías previas al acto comicial y luego a las mesas de votación. Todo el proceso se desarrolló en un ambiente de aceptable normalidad. En este sentido vale mencionar como positivo la presencia de observadores internacionales desde un mes antes de las elecciones. Acogida muy especial tuvo la delegación de la Unión Europea, integrada por más de cien veedores. En fin, se dieron condiciones que favorecieron la participación, con resultados menos cuestionados que en otras oportunidades, a pesar del tradicional ventajismo gubernamental, esta vez menos evidente.
Desafortunadamente cuando ya el país nacional manifestaba su complacencia por los avances logrados, los radicales de la cúpula del régimen, inconformes con los resultados, porque la oposición, aun dividida conquistó algunos espacios que antes ocupaba el autoritarismo rojo, aprovecharon el reducido margen con el que ganó el candidato opositor en el estado Barinas, para recurrir a una descarada arbitrariedad, con la complicidad inescrupulosa del Tribunal Supremo de Justicia (Sala Electoral) y la claudicación del CNE, quien se dejó arrebatar atribuciones por aquel otro Poder Público Nacional, obedeciendo incluso las órdenes que éste impartió.
Ahora habrá que repetir elecciones en Barinas, aunque el propio Tribunal reconoció el triunfo del candidato opositor, a quien declararon inhabilitado para ejercer cargos públicos; sentencia, a toda luz, extemporánea. ¡El régimen se anotó en Barinas una mancha indeleble!
Lo cierto es que la oposición ganó en Barinas y le dio un trancazo de monta al mito del fallecido megalómano barinés y a la hoy dinastía Chávez. ¡El que pega primero, pega dos veces! Ahora a unirse todos para ganarles otra vez y golpearlos más letalmente. ¡La oportunidad es de oro!
Antonio Urdaneta Aguirre
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