Está vez, se va a dar un paseo por Latinoamérica, su posición geopolítica como región o mercado común, no consolidado, bajo la visión del periodista y analista internacional, de origen argentino, poco conocido, pero de una voluntad, y observación especial como lo es Mario Jorge Czapnicki; el autor plantea de manera clara que el coronavirus de Latinoamérica es el populismo; concepto de las ciencias políticas que indican, una serie de propuestas y expectativas no ajustadas a la realidad económica, entiéndase cálculo económico, ciclo económico, la acción humana, ni a los hechos históricos y sociales, por lo que, resultan siempre, promesas incumplidas.
Desde las épocas independentistas, que se inician a principios del siglo XIX se ha pensado en la idea de unificar un bloque económico latinoamericano, mercado común, que, hay que recordar que, ya existía, bajo el otrora Imperio Español, con cinco virreyes, siete capitanías generales y otras capitanías que para la época fungía de un modelo autonómico de leyes que llamaríamos hoy federales, en cada pueblo o región, pero que por causas de celos, descontentos, arbitrios e injusticias, sirvió la mesa para que otros imperios, invirtieran en la apuesta de la gesta independentista que se llevó a cabo, con éxito de la mano de una casta privilegiada.
Todo esto viene a colación, porque es un absurdo que las naciones del continente iberoamericano, pretendan, realizar algo que por naturaleza poseen, la región de América latina, los une: mismo idioma, misma cosmovisión, mismo mestizaje y una geografía más o menos homogénea con sus climas y por sí parece poco, un mismo tipo de sangre predominante.
En cambio, los separa una ideología, y esto es una paradoja, porque si bien, en todas las naciones latinoamericanas, además de tener sus semejanzas pro positivas, también, tienen mismas causas de problemas, que se sintetizan en un alto gasto público en extensiones burocráticas, con una serie de impuestos progresivos, sumado a aranceles y oficinas de permisologías que hacen todo cuesta arriba en la dinámica económica de la población.
Además, el sesgo en las ideas e interés, al pretender siempre impulsar un punto de la agenda de producción nacional con impuestos a las importaciones, causa de la inflación para cualquier pueblo o nación; sabido que, todos estas políticas públicas de controles económicos, recaen en una misma ideología, identificada como, Estatismo, socialismo, duro o light, que pregonan actores y agentes académicos – políticos, bancados dentro del sistema iberoamericano.
En el mismo orden, causa estupor, observar distintos grupos, captados por la agendas de las tiranías continentales desde el Foro de Sao Paulo, Grupo de Puebla México y otras santas alianzas a la hegemonía globalista, que, promueven una agenda propagandista de mentiras, descréditos contra la democracia liberal, libre mercado y sus principios originarios de políticas públicas de seguridad, justicia, infraestructura, dentro del marco de respeto de la propiedad privada, libertad cambiaría, mercados libres para todos, respeto por cada una de las personas, junto a los derechos naturales.
Así pues, resulta patético, hasta bochornoso, la publicidad académica, sindicalizada de la agenda pueril de «allá viene el coco» cuando el monstruo esté precisamente del lado de la intervención del Estado, en estatizar: salud, educación, vivienda y cosas tan elementales como la alimentación; sin nunca explicar que esa bio-política pública de financiamiento paternalista del idealizado Estado de bienestar, derechos sociales, la cual, beneficia grupos monopólicos económicos, políticos nacionales e internacionales y, tal gasto público es proveniente de una planificación fiscal a corto, medio, largo plazo, junto a políticas públicas de control económico-civil y sanitario como las actuales, que terminan afectando, como de hecho lo están haciendo, al grueso de la sociedad; enriqueciendo a monopolios, grupos o élites económicas políticas.
Hay que recordar que, en las naciones de América latina, existen zonas, regiones e incluso países enteros, donde el gasto público, entiéndase burocrático, es mayor a la inversión en libertad, es decir: en obras de justicia, seguridad personal, obras de infraestructuras de calidad; en palabras sencillas, hay más políticos que: juzgados, policías y carreteras.
De manera preclara, sencilla, Czapnicki, plantea que el populismo es la pandemia de la actualidad latinoamericana, temiendo que sea un fenómeno mundial; al igual que, el economista libertario, Murray Rothbard, estadounidense de ascendencia judía polaca, contra el New Deal de Franklin D. Roosevelt de las políticas keynesianas intervencionistas; explicando que la peste negra, no fue precisamente lo que redujo la población en la Europa de los siglos XIV; sino, el hambre y las condiciones infrahumanas que aquejan a los pueblos, ante la avalancha de controles económicos a los que eran y son sometidas las naciones de aquel entonces, como precisamente sucede en las poblaciones como las de Venezuela y todo el cono sur, muy similares a las políticas públicas de control actual que se expanden por el mundo.
Para Czapnicki, al igual que otros pensadores del mercado latinoamericano, la solución es simple, generar desde los centros de pensamientos y partidos políticos de derecha, una jugada maestra de revolución cultural a la inversa, de propaganda, informativa, publicitaria, divertida, que llegue a la población en general y no sólo a un grupo cerrado, sobre los beneficios, bondades de las economías de libre mercado, el sistema capitalista y la democracia liberal; de forma paralela, mostrar los hechos de genocidios, inflación, hambrunas, opresión y, otras políticas públicas, más ciertas que ciertas, en las que terminan todas las izquierdas del mundo, arruinando naciones enteras como las de la región de Latinoamérica