Uno de los misterios más intrigantes del siglo XX empieza a cerrarse. Un nuevo estudio, cuya hipótesis, según sus autores, tendría “un 85% de probabilidades de acertar”, da luces sobre la identidad de quien presuntamente sería la persona que delató a Ana Frank y su familia en agosto de 1944, cuando los nazis descubrieron su escondite en Prinsengracht 263, el anexo de un edificio en el centro de Ámsterdam.
Tras seis años de trabajo abocados a resolver esa interrogante –aún sin pruebas completamente concluyentes–, la investigación liderada por Pieter van Twisk sostiene que Arnold van den Bergh, un notario y miembro del Consejo Judío holandés, entregó la dirección de la joven autora del célebre diario con el fin de intentar proteger a su familia.
Su nombre viene incluido en una nota anónima enviada tras el término de la Segunda Guerra Mundial a Otto Frank, el padre de la adolescente fallecida en el campo de concentración nazi Bergen-Belsen en 1945 y único sobreviviente del clan tras el genocidio.
El texto señala que los datos “fueron reportados al Jüdische Auswanderung (JA, el departamento alemán de emigración judía) por A. van den Bergh, que vivía entonces cerca del parque Vondelpark, en Ámsterdam. En el JA tenían una lista completa de direcciones proporcionadas por él”.
Si bien se desconoce el paradero del documento original y a su redactor, se conserva una copia hecha a máquina por el propio Otto Frank, encontrada en el archivo del hijo del policía que años atrás siguió esa misma línea de investigación (en su minuto descartada por el impoluto expediente de Van den Bergh, un hombre cuya “integridad estaba fuera de toda duda”).
Lo que habría gatillado sus acciones habría sido el intento del notario por proteger a su familia. “Obtuvo una prórroga por parte de los nazis dada su posición, que aprovechó para buscar escondites para sus hijas y se movió con gran inteligencia”, señaló Van Twisk al presentar el estudio, detallando una posterior disputa con el Movimiento Nacional Socialista holandés. “En ese momento, debió de proporcionar a los alemanes las direcciones de escondites de ciudadanos judíos”, indican las nuevas pesquisas.
¿Pero cómo el supuesto traidor de los Frank accedió a su paradero exacto? La explicación que hoy genera más consenso es que el Consejo Judío contaba con una lista detallada con los escondites de los integrantes de la comunidad y, que debido a su estatus, Van den Bergh habría tenido esa información a la mano. Aunque es una certeza que este fue capturado en 1943 por parte de los nazis, se desestimó que hubiera sido trasladado a un campo de concentración, por considerar “poco plausible” la consecución de los hechos.
“Hay que apoyarse en pruebas circunstanciales, pero nuestra teoría tiene un 85% de probabilidades de acertar”, declaró Vince Pankoke, un exagente del FBI que colaboró en la investigación, quien reconoció que es el caso más complejo de su vida, “por la montaña de datos, documentos perdidos y testigos fallecidos”.
“En cualquier caso, los únicos malvados aquí fueron los nazis. Para acusar a Van den Bergh primero hay que preguntarse hasta dónde habríamos llegado nosotros para salvar a nuestros seres queridos”, agregó Pankoke.
Con información de La Tercera