El presidente de Perú, Pedro Castillo, acaba de anular el toque de queda que había empezado este martes y que sería hasta las 11:59, declarado en medio de las protestas contra el alza del precio del combustible y alimentos.
“Debo anunciar que a partir de este momento vamos a dejar sin efecto la inamovilidad, corresponde llamar a la tranquilidad del pueblo peruano”, declaró en una rueda de prensa el mandatario peruano.
El toque de queda permitía el funcionamiento de servicios esenciales, incluidos los mercados de alimentos, farmacias, hospitales y recolección de basura. No obstante, en varios hospitales se presentaron problemas para la atención de pacientes con citas programadas con anticipación porque los médicos tardaban en llegar.
Según el Decreto, era posible movilizarse bajo algunas excepciones. “Se permite el desplazamiento con vehículo particular o peatonal” de las personas que requieren de atención médica urgente o de emergencia por encontrarse en riesgo, así como para la adquisición de medicamentos y otros.
Los paraderos de autobuses de las zonas alejadas que rodean a la capital mostraban escenas similares, de acuerdo con los canales de televisión locales, mientras los grandes mercados mayoristas adonde llega el pescado, la carne de ave, las verduras y las frutas lucían casi vacíos en medio de la crisis económica que golpea el bolsillo de millones de peruanos.
La última semana de protestas de camioneros y transportistas por el alza del precio de combustibles y alimentos dejó cuatro muertos y varios heridos. Como respuesta el gobierno suspendió el domingo un impuesto para algunos tipos de gasolinas y diésel que elevaban hasta 30% el precio final. Así el diésel más usado bajó en 0,47 dólares el galón, pero varios manifestantes dijeron que el lunes el combustible seguía elevado en las gasolineras.
Las principales líneas de transporte público no trabajaron, por lo que automóviles particulares llamados taxi-colectivos ofrecían servicios a precios que triplicaban el normal. Muchos vendedores ambulantes que ofrecen desayunos a 1,5 dólares en las calles y que abundan por miles en Lima no salieron a laborar, constataron periodistas de The Associated Press.
En este día inusual, varias avenidas principales cercanas al centro histórico de la capital lucían vacías, casi sin automóviles y sin gente. Los militares con sus fusiles salieron en apoyo de la policía y se apostaron en puntos estratégicos de los distritos más populosos de la periferia, pero también cerca del aeropuerto, algunas gasolineras y centros comerciales. Los agentes detuvieron a varios pasajeros de un bus que iban a una manifestación en el distrito de Cerro Azul, al sur de Lima.
Habitantes de varias zonas más acomodadas de Lima golpearon sus cacerolas con cucharones y se grabaron en las redes sociales, mientras más de un centenar caminó con banderas de Perú por las calles de San Isidro —el barrio más rico de Perú— y de San Borja, un distrito aledaño. La policía los observó sin tocarlos. Un manifestante que se identificó como Oscar, de 76 años, le dijo a la televisora local Latina que marchaba “en contra del gobierno comunista de Castillo”.
En Huaura, al norte de Lima, grupos de manifestantes tomaron una oficina de peaje y una mujer paseó a un burro ataviado con un sombrero al que llamaba “Pedro Castillo”.
Castillo es criticado por expertos por su descuido en nombrar funcionarios claves y tiene tres investigaciones congeladas por presunta corrupción. En ocho meses de gestión ha modificado cuatro veces su gabinete y su impopularidad subió a 68% en marzo, según un sondeo del Instituto de Estudios Peruanos publicado en el diario La República.
El Parlamento -que ha intentado destituirlo- lo supera en descrédito y su desaprobación llega al 79%.
Fuente: Metro