La peligrosa travesía que vivieron migrantes venezolanos navegando de St. Maarten a EE.UU

Catorce horas navegando, oraciones constantes, miedo y el ruego de llegar prontamente a tierras americanas, fue lo que vivieron un tachirense y trece personas más que decidieron aventurarse desde la isla St. Maarten, Países Bajos, para llegar a Estados Unidos.

Salieron desde St. Maarten, Países Bajos, sin ser vistos por los guardacostas, pero al llegar a aguas americanas ya un motor de la lancha estaba fuera de borda, y ellos en la línea de arrecifes del área de Great Pond Bay.

2.200 dólares fue la cantidad de dinero que cada uno tuvo que reunir para lograr comprar la lancha que, según ellos, los trasladaría desde St. Maarten a Estados Unidos. La confianza fue puesta en un falconiano para que llevara el timón, quien aseguró que “en una oportunidad” manejó una lancha en Falcón y así fue como inició lo que podrían llamar algunos “el sueño americano”, arriesgado y peligroso.

Jean Carlos Villamizar Ramírez, de San Juan de Colón, con 43 años de edad,  contó que en el 2018 decidió migrar a St. Maarten junto con su novia; sin embargo, a juicio de Jean Carlos y sus compañeros, en la isla el poder adquisitivo ha cambiado para los migrantes, obligándolos a tomar otras rutas para poder lograr vivir económicamente “estables”.

El 12 de abril, a las 6:20 de la tarde, emprendieron el viaje, evitando que los guardacostas los detectaran, de lo contrario perderían la oportunidad de salir a navegar, rumbo a aguas americanas.

Todo transcurría tranquilamente hasta que la lancha comenzó a fallar, el motor se apagó en reiteradas oportunidades, para ser exactos, ocurrió alrededor de 20 veces; las olas, de 7 a 10 metros, sorprendían al grupo de 14 personas, entre ellas dos merideños, dos de Valencia, un caraqueño, el colonense y el resto de Coro.

A las 7:00 de la mañana ya estaban en aguas americanas, pero la corriente marina y unas olas impactaron contra la embarcación, quedando un motor fuera de borda, y ellos fueron arrastrados hasta un arrecife.

“La corriente marina nos arrastró hasta un arrecife, donde chocamos con un coral y encallamos; nosotros, nos tiramos para tratar de mover la lancha, intentábamos sacarla y fue imposible, no pudimos, todos sufrimos cortadas con los corales y eso ocasionó heridas leves; hubo sangre en el agua y llegaron tiburones a la lancha”, recordó Jean.

Atascados, empezaron a hacer llamados de auxilio, con miedo a no ser escuchados; sin embargo, a la distancia visualizaron la ayuda. Grupos de rescate de guardacostas de la isla de St. Croix y de St. Tomas llegaron al lugar, y los migrantes nadaron como 100 metros para poder tomar el bote salvavidas.

“Nos llevaron a la orilla, estaban la prensa, equipos de paramédicos, Policía, Migración; nos recibieron, nos abrigaron, nos tomaron la tensión, glicemia, nos hidrataron, nos tomaron los datos personales y nos llevaron a un hotel; ya todos empezamos nuestro proceso para el asilo o papeles”, explicó el colonense.

A la distancia, el grupo de migrantes observó cómo su embarcación desaparecía en el mar. Ellos ya estaban a salvo.

“Lo primero que nos subió los ánimos fue cuando los guardacostas nos dijeron `bienvenidos a América`; otros decían `bienvenidos a Estados Unidos`; nos trataron bien, y Migración nos hizo la reseña, no nos detuvieron, no nos llevaron a ningún refugio; fue un trato muy especial, ni parecido al trato de la gente que pasa a México”, dijo uno de los migrantes.

“Nosotros pensábamos en eso, que nos metieran presos, pero la verdad es que no pasó nada de eso (…) Yo, de atentar contra mi vida, preferí arriesgarme y tomar esta decisión, y hacerlo todo por mis hijos, por mi mamá, por mi familia”, declaró Jean Carlos.

 

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