La doctrina de destrucción mutua asegurada por Raúl Ochoa Cuenca

Un concepto base de las lógicas de la disuasión recíproca entre dos superpotencias nucleares es que, en el caso de que se decida el recurso de estas armas, la destrucción de una como de la otra está asegurada. Un concepto que hasta ayer,  antes de la ilegal y censurable invasión rusa a la república de Ucrania se consideraba que no tenía gran vigencia, ya que el mundo, si ciertamente con las vicisitudes normales de todo proceso humano marchaba sobre un camino bastante pacifico en cuanto a grandes confrontaciones.

Con este nuevo elemento como es la terrible invasión que la Federación Rusa está cumpliendo sobre su vecina, muy probablemente el fin de esta doctrina no ha terminado. Sin embargo la idea de la Destrucción Mutua Asegurada es un elemento clave en el enfrentamiento entre dos superpotencias nucleares, teniendo ambas la disuasión como estrategia.

Agitar las amenazas nucleares como lo está haciendo repetidamente en los últimos 3 meses la Rusia de Putin, hace que esta célebre doctrina venga recordada también muy seguramente  por potencias nucleares intermedias, las cuales no tienen el poder de destrucción como el que impúdicamente exhibe el nuevo Zar imperial ante, por discreta que sea, parada o desfile militar en ese inmenso territorio como lo es la Rusia transcontinental, pero que pueden crear grandes calamidades no obstante esa reducida potencia.

Vale recordar que a partir de la segunda guerra mundial, no solo la Unión Soviética desarrolló el poder nuclear, también la China, el Reino Unido y Francia además de países recientemente dotados como la República de Corea del Sur,  Pakistán y la India, países estos emergentes con grandes poblaciones. Propongo que veamos brevemente las líneas fundamentales de esta teoría llamada la Doctrina de Destrucción Mutua Asegurada o también por  juristas franco parlantes la doctrina del terror. (MAD en inglés, siglas de Mutual Assured Destruction).

La doctrina implícita en esta expresión, se analiza como la capacidad de cada bloque de aniquilar al otro mediante un ataque nuclear masivo en caso de agresión: el primero que intenta destruir al otro está en cierto modo garantizado para ser destruido a su vez, anulando por completo el interés de tal ataque. Los poderes constituidos representaban fuerzas de destrucción capaces de “volar por los aires el planeta”, según una expresión popular muy de moda en la época, en caso de guerra nuclear. Los estadounidenses, por tanto, renuncian a la doctrina de las “represalias masivas” por la de una “respuesta graduada”.

Como podemos ver la MAD nace como expresión de una confrontación entre la ex URSS y los Estados Unidos. Es hacia los años 60 que tanto Francia (300 ojivas nucleares) como el Reino Unido (250 ojivas nucleares) acceden a ser parte de ese restringido club. Hacia el final de los años 60 la República Popular China (450 ojivas nucleares) se consolidó como una potencia con poder nuclear.  Todos estos cinco países son los únicos miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

El 1 de julio de 1968 el mundo deseoso de la paz y bajo los auspicios de la ONU se abrió un proceso para la firma del Tratado sobre la no Proliferación de las Armas Nucleares (TNP). “Desde entonces, se ha convertido en la piedra angular de la acción internacional para prevenir la proliferación de armas nucleares, con el fin último de eliminarlas y promover el uso pacífico de la energía nuclear”.

Es hacia el año 1995, cuando este instrumento, el único en la historia desde que el hombre creó esta destructora arma y donde la única víctima es su creador, cumplió sus primeros 25 años de plena vigencia. El Tratado fue prorrogado en esta oportunidad indefinidamente. El TNP sigue siendo único ya que no existe ningún otro acuerdo internacional basado en la negociación entre estados con y sin armas nucleares.

Apreciados lectores, creo que debemos retroceder al 8 de diciembre del 1987, cuando dos presidentes con gran sentido de sus responsabilidades como lo fueron el Sr Ronald Reagan, Presidente de los Estados Unidos de América y el Sr Mihail Gotbachov, Presidente de la Unión Soviética, firmaron el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, que ampliaba el compromiso de las dos grandes superpotencias nucleares de continuar reduciendo ese diabólico armamento para así seguir transitando el camino de la Paz.

No obstante la importancia de este fundamental acuerdo para el mantenimiento de la Paz en el mundo, los Estados Unidos anunciaron el día 2 de febrero del 2019. en persona del presidente Donald Trump su retirada del histórico tratado, debido a supuestas violaciones por parte de la Federación Rusa. El tratado INF prohibía el uso de misiles con un alcance de entre 500 y 5.500 kilómetros y poniendo fin al peligroso desarrollo de cabezas nucleares entre ambas potencias. Era el INF una importante contribución al mantenimiento de la Paz.

Evidentemente la respuesta de la Federación Rusa no se hizo esperar. El presidente Putin esa misma noche afirmaba en una reunión con sus ministros de exteriores y defensa y retransmitida por la televisión rusa, que los estadounidenses se retiraron del tratado en cuestión,  por lo cual anunciaba a la nación que Rusia también lo hacía. La realidad es que al retirarse del tratado los americanos de la mano de Trump, quien inexplicablemente y de forma reiterada ha manifestado su admiración por el presidente Putin,  hay estudiosos de las relaciones internacionales que interpretan esta decisión como una “involuntaria ayuda a Rusia” en su ya viejo proyecto de invadir a Ucrania, con todas las consecuencias que podía conllevar y que de hecho hoy podemos constatar.

Concluyo citando al profesor Ulrich Kühn, del Instituto para la Investigación de la Paz y la Política de Seguridad de la Universidad de Hamburgo, quien el 1 de agosto de 2019 nos decía  que el fin del tratado INF era una «muy mala noticia para la seguridad europea»,

añadiendo que «significa que retrocedemos básicamente a los años 80 del siglo pasado y podríamos volver a ver esos misiles apuntando a Europa Occidental desde el lado ruso y quizás dentro de un año o dos también desde el lado occidental apuntando a Rusia». Pues distinguido profesor Kühn, sus temores se hicieron realidad. No solo retrocedimos sino que todo parece indicar que no estamos muy lejos de una tercera guerra mundial.

Raúl Ochoa Cuenca, en Campobasso, Italia el 29 de mayo del año 2022.

 

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