La montaña rusa en que se han convertido las relaciones entre Colombia y Venezuela cumplen este viernes siete años sin comercio fronterizo, después de que el presidente venezolano, Nicolás Maduro, ordenó el cierre unilateral de la frontera, pero en un momento de acercamiento entre los dos países que confían en restablecer pronto relaciones diplomáticas.
El cierre, anunciado el 19 de agosto de 2015, era, inicialmente, por 72 horas, después de que tres miembros de la Fuerza Armada venezolana y un civil resultaran heridos en la zona, pero los problemas de Venezuela con el país vecino se recrudecieron.
El lapso de tres días se convirtió en un largo período de más de tres años, en los que la llegada de Iván Duque a la Presidencia colombiana no sirvió para mejorar la situación, ya que las tensiones entre ambos países fueron “in crescendo” y las fricciones se convirtieron en acusaciones cruzadas de intentos de asesinato, de intromisiones políticas, ataques, sabotajes y acciones para desestabilizar mutuamente sendos Gobiernos.
“UN PROCESO LARGO”
La llegada al poder de Gustavo Petro el pasado 7 de agosto, sin embargo, ha causado esperanza en la frontera, ya que restablecer relaciones y retomar el comercio fronterizo parece ser una de las prioridades de su agenda de Gobierno y Venezuela está dispuesto también a ello.
“Esto va a ser un proceso largo, esto no esto no es como la gente pensaba que el 8 de agosto el paso estaba restablecido y tampoco creo que es una cuestión de dos meses”, dijo, sin embargo, a Efe Nastassja Rojas, catedrática de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana de Bogotá.
La apreciación de Rojas va en contravía de lo expresado el jueves pasado por el ministro de Comercio e Industria de Colombia, Germán Umaña, quien dijo en una reunión con empresarios y otras autoridades del país caribeño que la reapertura de la frontera con Venezuela “será pronto, en el corto plazo”.
El mismo Umaña fue cauto y aseguró que antes deben garantizar las “condiciones de seguridad, integralidad y diplomáticas adecuadas”.
En esa dirección, Rojas recuerda que desde el lado colombiano la frontera no está cerrada, ya que está permitido el paso de personas, aunque recordó que hay una restricción del paso de vehículos pero “la mayor cantidad de restricciones” se concentra en la salida y entrada de Venezuela.
EFECTO GUAIDÓ
La orden de Maduro se produjo cuando Colombia estaba gobernada por Juan Manuel Santos, con quien las relaciones diplomáticas pasaron por etapas intermitentes de mayor y menor tensión, hasta que entregó el mando a su sucesor en agosto de 2018.
En 2019, la confrontación se recrudeció más, si cabe, con la aparición en la escena venezolana del opositor Juan Guiaidó, quien se proclamó “presidente interino” en una plaza de Caracas, al considerar que Maduro no había ganado las elecciones presidenciales de 2018.
Duque reconoció al opositor como mandatario legítimo a la vez que desconoció a Maduro y su Ejecutivo, pese a que Guaidó nunca contó con poder real ni con instituciones a su cargo.
TEMAS ESPINOSOS
Desde cuando estaba en campaña para la Presidencia de Colombia, Petro aseguró que entre sus prioridades de Gobierno estaba abrir la frontera y restablecer las relaciones diplomáticas.
A escasas dos semanas de asumir como mandatario de los colombianos, comenzó a materializar sus anuncios y su último movimiento fue designar al exsenador Armando Benedetti como embajador de Colombia en Venezuela.
Maduro, que ha resultado ser un habilidoso jugador en la política, designó al excanciller y actual director del Centro Internacional de Inversión Productiva (CIIP), Félix Plasencia, como nuevo embajador ante Colombia, para ir acercándose más a Bogotá.
Pese a esos avances y otras muestras de querer que todo vuelva a ser como antes, que han generado una notoria esperanza en la frontera para comerciantes y empresarios, Rojas considera que rehacer las relaciones diplomáticas llevará más tiempo porque es algo “binacional”.
“En la práctica esto va a ser un proceso muy lento, lleno de muchos obstáculos. Creo que va a ser muy difícil para el gobierno de Petro porque le va a tocar fijar posiciones que probablemente le puedan generar algún tipo de incomodidad internacional y en su relación con Venezuela”, dice la catedrática.
Considera, eso sí, que los dos presidentes sostendrán en algún momento del proceso una reunión pero que, en términos coloquiales, la “foto con Nicolás Maduro le saldría muy cara” a Petro porque internacionalmente el Gobierno del país caribeño es percibido como violador de los derechos humanos y otras libertades.
Pero también, dice Rojas, Colombia necesita de Venezuela para seguir avanzando en el proceso de diálogo con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN).
VIOLENCIA Y COMERCIO
Aparte de los enredados asuntos políticos, el anuncio de la reapertura ha despertado el entusiasmo de los habitantes de la frontera, especialmente la del colombiano departamento de Norte de Santander y el venezolano estado de Táchira.
Por otro lado, empresas colombianas evalúan su regreso a Venezuela y estudian medidas para que si regresan a ese mercado no los afecten los impagos de ese país, como ocurrió en el pasado.
Contrastan esas actividades con la realidad de la frontera en donde aunque hay presencia institucional de los dos países, “no hay control efectivo”.
Esa falta de control ha permitido que bandas organizadas de delincuentes aprovechen la situación y controlen el paso de migrantes, mercancías y combustibles. También un resguardo único para disidencias de las FARC, la guerrilla del ELN, paramilitares y otros grupos armados que también se aprovechan de estos negocios ilícitos.
La profesora Rojas considera que aparte de las decisiones de los gobiernos “hay dinámicas propias de la criminalidad que no hacen que el proceso (la normalización) sea sencillo”.
Y agrega, a manera de conclusión, que puede que se restablezcan las relaciones diplomáticas pero esos efectos no serán inmediatos en la frontera y su población porque “es un proceso mucho más largo”.
Fuente: EFE