Fuentes le confirmaron a El Tiempo que Luciano Marín, alias Iván Márquez, jefe de la Segunda Marquetalia, ha «venido evolucionando de manera positiva». Ello tras las contusiones que recibió en la cabeza el día que intentaron asesinarlo (29 de junio), luego de un ataque con explosivos a su campamento, ubicado en territorio venezolano.
El Tiempo publicó el 30 de julio, con base en información de inteligencia, que Márquez habría «perdido algunos dedos de las manos por la explosión. Pero lo que realmente lo tendría afectado es un golpe en la cabeza, por el impacto que le habría afectado el cerebro y es lo que lo mantiene en una UCI».
De acuerdo con las fuentes, Márquez se encontraba en la unidad de cuidados intensivos al parecer de un hospital militar en Caracas, bajo la protección del gobierno venezolano.
En ese hospital, Márquez recibe atención de expertos en neurología que durante el primer mes «le habrían inducido el estado de coma» para que su cerebro se desinflamara, porque una esquirla se alojó en su cabeza.
Esa esquirla, señalan las fuentes, no se le ha podido extraer, pues requiere una cirugía de alto nivel. Y porque se espera que el jefe disidente se reponga aún más de las heridas y lesiones causadas por la explosión.
No obstante, Márquez ya está consciente y «dando muestras de mejoría motora y neurológica», aseguraron los informantes.
De igual forma, establecieron que Iván Márquez aún no está en condiciones de dar órdenes o de tomar el mando de la Segunda Marquetalia. Por lo que sus hombres de confianza y cabezas visibles de la organización, el Zarco Aldinever y Walter Mendoza, son quienes han estado al frente de los acercamientos con el gobierno de Gustavo Petro para escuchar su propuesta de paz total.
De otro lado se conoció que la Segunda Marquetalia, que no contaría con más de 80 hombres en armas, está disminuida tras la muerte, en medio de la guerra territorial con otra facción de disidentes, de sus cabezas: Santrich, el Paisa y Romaña, por lo que el Zarco Aldinever ha tratado de mantener la cohesión de la estructura.
Sin embargo, hay un agravante y «es que ya no manejan los cargamentos de cocaína por su paso por la frontera con Venezuela», dijeron las fuentes. A lo que se suma la incertidumbre de qué pasará con ellos y la protección del régimen si se reactivan las relaciones entre los dos países y el intercambio de información para combatir a los grupos al margen de la ley.
Con información de GDA / El Tiempo / El Nacional