La desinformación ha ensuciado el pulso entre el presidente Jair Bolsonaro y el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva y sigue una tendencia creciente a dos semanas de la segunda vuelta electoral en Brasil, con denuncias diarias en la Justicia.
La campaña más polarizada de la historia reciente del país ha entrado en un terreno pantanoso con ataques cruzados de todo tipo en televisión, redes sociales y aplicaciones de mensajería, más difíciles de rastrear al estar encriptadas.
Ese clima más caldeado ha derivado, según investigadores consultados por EFE, en un «aumento considerable del volumen de noticias falsas» de cara al balotaje, para el que las encuestas sitúan a Lula como favorito con unos cinco puntos de ventaja sobre Bolsonaro, líder de la extrema derecha brasileña.
El presidente del Tribunal Superior Electoral (TSE), el juez Alexandre de Moraes, alertó el jueves sobre «dos nuevas modalidades de desinformación» que están creciendo «mucho» desde que se subió el telón para la segunda vuelta del 30 de octubre.
La primera es «la manipulación de premisas verdaderas» para llegar a una «conclusión falsa» y la segunda es el uso, por parte de las campañas de los candidatos, de «fake news» amparándose en que están publicadas en portales supuestamente periodísticos.
En este contexto, el TSE está trabajando más que nunca para contener la diseminación de contenido considerado mentiroso, sobre todo en Internet, después de verse sorprendido por disparos en masa de mensajes falsos en los comicios de 2018, que ganó Bolsonaro.
En lo que va de 2022, la corte ha recibido al menos 334 demandas en las que los candidatos a la Presidencia han cuestionado publicaciones y solicitado su retirada, según datos oficiales. Las cautelares judiciales a favor o en contra se suceden a diario.
Además, ha apretado las tuercas a las redes sociales, que también están aportando su granito de arena.
Un ejemplo. Entre el inicio de la campaña (16 de agosto) y la primera vuelta de las elecciones (2 de octubre), Meta eliminó 310.000 contenidos en Facebook e Instagram por violar sus políticas de violencia e incitación; 290.000 por discursos de odio; y 250.000 por acoso e intimidación, según divulgó el grupo esta semana.
Sin embargo, en esta segunda vuelta el número de noticias falsas ha crecido «significativamente», con contenido «más actual y relacionado al día a día de la campaña», explica a EFE Rodrigo Carreiro, investigador del Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología en Democracia Digital.
«Se están generando noticias falsas casi diariamente», afirma.
DEL CANIBALISMO A LA NARCOGORRA
En esta fase del «todo vale», grupos bolsonaristas vincularon a Lula, líder del Partido de los Trabajadores (PT), con una banda de narcotraficantes al usar una gorra con la sigla CPX en un acto en el complejo de favelas de Alemao, en Río de Janeiro.
Esos grupos propagaron que esas letras hacían referencia a una facción criminal, cuando en realidad son apenas el acrónimo de «complejo».
Por otro lado, el PT utilizó en sus propagandas un trecho de una entrevista que Bolsonaro concedió en 2016 al diario The New York Times en el que hablaba sobre una experiencia caníbal en una comunidad indígena.
El TSE entró en acción y suspendió la pieza al entender que fue sacada de contexto y daba a entender que el jefe de Estado sería capaz de consumir carne humana.
«Creo que la militancia de Lula percibió que el partido se está jugando en el terreno de las fake news y también pasó a jugar ahí», aprecia Carreiro.
Aunque aclara que de momento no de forma organizada, a diferencia de las llamadas «milicias digitales» vinculadas a la ultraderecha, cuya actuación está siendo investigada por la Corte Suprema en un proceso en el que figura Bolsonaro por sus ataques constantes al sistema de votación.
Desde esos mismos grupos también se desprendió que Lula tenía un pacto con el diablo. En la otra orilla, a Bolsonaro se le atribuyó un tuit criticando a la Iglesia católica. Todo falso.
«Los temas religiosos han tenido impacto en las últimas semanas y los dos lados han jugado con ello», indica a EFE la politóloga Sabrina Almeida, profesora en la Escuela de Comunicación, Medios e Información de la Fundación Getulio Vargas.
Si bien considera que la sociedad está hoy más concienciada a la hora de informarse y no esparcir información de credibilidad cuestionada, que, pese a los controles, sigue circulando dentro y fuera de las redes.
Con información de Agencia EFE