Marismel Rivero, hija, hermana, madre, esposa, tía, amiga y Reina Madre San Francisco 2022 abrió las puertas de su casa para contarnos su ejemplo de vida, fe y perseverancia demostrando que dejarse vencer jamás es una opción.
Desde la sala de su hogar, Marismel deslumbró con su belleza y actitud. “Quisiera decirles a todas las mujeres que realmente no importa lo que están pasando, la vida no siempre te da cosas buenas. De hecho, la palabra lo dice, la vida viene con aflicción… de todo aprendemos. Lo importante es no perder la fe”.
Cuenta que su llegada al concurso Reina Madre fue gracias a la iniciativa de sus sobrinas quienes la inscribieron. “Es una gran experiencia porque una es mamá, es todo menos mujer y este concurso nos hizo retomar el papel de mujeres que, a veces, se nos olvida. Aquí crecimos y compartimos, aprendimos mucho sobre el valor del tiempo, disciplina y esfuerzo”.
Para Rivero su familia la nutre en todo su proceso de recuperación y sanación. “Vivo con mis papás, mis hijos, mi esposo, mi hermana y mis sobrinos. Creo que si no estuviera con mi familia nada sería igual, ellos me dan alegría, me reconfortan”.
Aseguró que siempre se sintió ganadora. “Aquí se necesitaba una mujer con contenido y propósito y yo lo tenía. Me preguntaba por qué estoy haciendo esto, la razón era que quería poder tener voz para motivar a otras pacientes oncológicas, a otras amigas, a otras mujeres, que están pasando momentos rudos”.
Rivero es digna representante de la mujer empoderada y aguerrida que vio en medio de un proceso difícil una oportunidad para demostrar que Dios siempre está presente. “Yo acepté participar porque sería un ejemplo para mis sobrinas, mis hijos, porque a pesar de la situación que estoy pasando voy a echarle pichón y voy a salir adelante”, relató con emoción.
Marismel es licenciada en Educación, mención Ciencias Sociales, de la Universidad Católica Cecilio Acosta de la cual atesora grandes recuerdos. Pero además de ello es asidua lectora, gracias a su padre que desde pequeña le inculcó este hábito, y alega que una mujer que se prepara es una mujer segura cuando habla. Contó que durante sus cuatro años en Chile se dedicó a las ventas como agente inmobiliario, decidió regresar a su tierra natal tras ser diagnosticada con cáncer de mama.
Por otro lado, lejos de las ventas, está su vena artística pues dice que siempre le gustó “el show, la locución, la comunicación”. Aseguró que detrás del concurso había un gran equipo y que en algún momento pensó en desistir pues su primera piedra en el camino fue perder un poco la visión.
“Siempre he trabajado, hasta hace poco por temas de estrés, porque soy muy hiperactiva, me gusta estar haciendo muchas cosas todo el tiempo, me dio una neuralgia y me paralizó los músculos oculares, no completamente, sino para enfocar, a raíz de eso no puedo usar teléfono, ni computadora, y así dejé de trabajar”.
La Reina Madre de San Francisco es ejemplo de lucha y constancia, quien le hace honor a la frase “un día a la vez”, pues deja un mensaje alentador que sirve para muchas mujeres que viven en negación y no disfrutan del día a día. “Pensé que no iba a ganar cuando se me daño la vista porque si no ves bien tu seguridad baja, no veía nada en el primer evento, que fue la presentación a la prensa, le decía a mi esposo me siento horrible, cómo lo hago. Pero aprendí las líneas del escenario, del piso de granito, con líneas negras, aprendí en qué lugar iba a dar vuelta , bailar, retroceder, así pase el primer evento, si pude con el primero podía con todos”.
Nota de prensa / DCN