Cadáveres no identificados o sin reclamar de migrantes fallecidos en la peligrosa selva panameña del Darién, en la frontera sur con Colombia, cuentan desde este jueves con nichos “humanitarios” donde podrán reposar de una manera digna de forma permanente o hasta que sean repatriados por sus familiares.
Este primer conjunto de cien nichos de “resguardo humanitario” en Darién para los migrantes que fallecieron en la selva en su camino hacia Estados Unidos se inauguró este jueves en el municipio de Pinogana, impulsado por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses (IMELCF) de Panamá.
“La importancia de este módulo de resguardo humanitario es el hecho de poder facilitar cien nichos para la inhumación individual de restos humanos de personas migrantes que puedan haber fallecido a lo largo de la ruta del Darién y que no tengan un lugar donde preservarse en condiciones dignas”, explicó a EFE en el acto la jefa de la delegación regional de CICR, Marisela Silva Chau.
Además, subrayó, se conservará “la información sobre estos cuerpos para en su momento identificarlos y oportunamente restituirlos a sus familiares”, que podrán así “cerrar ese duelo, al saber qué pasó con sus seres queridos”.
El complejo de nichos parece un islote blanco en medio del pequeño cementerio en esta comunidad a la que se accede principalmente por el río en bote.
Ariel Ovidio, médico forense del área, detalló a EFE que en estos momentos cuentan con cuatro cuerpos de migrantes en la morgue: dos haitianos, una venezolana y el cadáver no identificado de una mujer, que se encontraba en avanzado estado de descomposición.
Superados los 30 días reglamentarios de espera por si algún familiar los reclama, los cuerpos serán trasladados a los nichos.
El enorme flujo migratorio en la región hace prever que el número de cadáveres ahí aumente pronto.
Solo en lo que va de año atravesaron el Tapón del Darién unas 58.000 personas, según datos oficiales del Servicio Nacional de Migración de Panamá, una cifra cinco veces superior a la registrada en 2022 durante el mismo periodo.
Este aumento desproporcionado sorprende porque fue precisamente el año pasado cuando se registró un récord histórico de migrantes en su ruta a través del Darién, con más de 248.000 personas, que a su vez había supuesto casi el doble de los identificados en 2021.
Pero no todos lograron superar esa barrera natural hacia el dorado norteamericano, con 41 muertes o desapariciones en el Darién en 2022, más de la mitad por ahogamiento en los ríos, según datos recopilados por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que contabilizó seis más en lo que va de año.
Otras de las causas de muerte en esta selva son accidentes que impiden proseguir una travesía que se puede prolongar durante ocho días, además de picaduras de serpientes o arañas, o los temidos ataques de grupos criminales, que roban y asaltan a los migrantes, incluida la violencia sexual a las mujeres.
“Caminar a pie durante una semana, por las trochas de la selva, realmente es una tarea titánica, y ahí están mujeres, hombres, niños, ancianos, muchos de ellos fallecen de forma natural y otros de manera traumática”, dijo a EFE el doctor José Vicente Pachar, director del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses.
Muchos de esos cadáveres los localiza la guardia fronteriza, pero debido al clima “los cuerpos se descomponen a una velocidad muy rápida, y los animales también los atacan”, por lo que sin huellas dactilares u otros distintivos como tatuajes o cicatrices, se hace muy complicado identificarlos, anotó el doctor.
En el pasado estos cuerpos se enterraban en fosas comunes, pero en 2019 se comenzó a hacer un registro ordenado de los cadáveres, enterrándolos de manera individualizada tras el análisis forense.
Ahora con estos nichos se puede “identificarlos con más rapidez para poder entregarlos a los familiares”.
“Tengo 30 años de trabajar en medicina forense, y el drama humano al comienzo uno no lo ve, no lo vive, pero posteriormente uno identifica que cada caso es una persona que tiene una historia, que tiene una familia (…) y que cuando se dan este tipo de situaciones entendemos el dolor”, afirma Pachar.
“Quieren una respuesta sobre dónde está, ‘identifíquelo y entréguemelo para poder yo vivir mi dolor’”, imploran.
Muchos de ellos son venezolanos, cuyo número por esta ruta en 2022 aumentó unas 50 veces en comparación con 2021, alcanzando los 150.327, a los que siguieron los ecuatorianos (29.356), los haitianos (22.435), y los cubanos (5.961).
En lo que va de año, según las autoridades panameñas, el grupo más numeroso están siendo los haitianos con unos 19.000, seguido de los venezolanos (13.500) y los ecuatorianos (12.250), aunque este mes de marzo los venezolanos vuelven a estar a la cabeza.
Con información de EFE