Algunos analistas lo vienen advirtiendo. Los cimientos de la denominada «Venezuela premiun» vienen crujiendo, ya que muchos de los negocios costosos, montados para consumidores de altos ingresos, están adaptando sus ofertas a una demanda menos pudiente o, simplemente, comienzan a desaparecer.
Aparte de la ola de cierres de restaurantes que anticipa la propia cámara del sector, hay algunos ejemplos notables que ilustran el fenómeno.
El restaurante Altum, una propuesta cuya innovación es poner a sus comensales a disfrutar de su oferta gastronómica elevados a 50 metros de altura, ha comenzado a ofrecer ofertas que implican hasta 65% de descuento, luego que comenzó con un menú cuyo costo mínimo era de entre 150 y 180 dólares por persona para brindar una experiencia de 45 minutos.
Lo anterior implica que esta experiencia gastronómica ahora se podría disfrutar por 98 dólares como costo mínimo.
De acuerdo con una nota publicada por Bloomberg Línea, la megatienda Avanti en Las Mercedes, abierta a todo lujo y con productos exclusivos de costosas marcas internacionales, a finales del año pasado, ya habría reducido 50% de su nómina inicial.
Igualmente, las ofertas menudean en restaurantes y bodegones de zonas como Chacao, por ejemplo, con descuentos que oscilan entre 30% y 70%, en función de captar más clientes, pero el flujo de personas ha venido cayendo. Los responsables indican que la demanda ha caído en más de 50% en comparación con noviembre o diciembre del año pasado. La desaceleración es evidente.
El fenómeno de Las Mercedes se ha enfriado. La nota de Bloomberg cita a Aaron Olmos, un economista que califica este auge relativo y que ha demostrado ser inestable como un «crecimiento superficial», causado por la fuerte emisión de liquidez que se ha registrado en los últimos años.
Otros economistas, como Tamara Herrera, director de Síntesis Financiera, indica que en Venezuela ya hay más de 6.000 millones de dólares en circulación y 70% de esa cantidad circula en efecto, pero, sin duda, es una fuente importante de demanda.
Ese crecimiento inestable y desigual «hace que los negocios de moda tengan pocas semanas o meses de auge, pero se enfrentan a la realidad de un venezolano que no necesariamente tiene ese dinero para poderlo orientar o gastar en algo que es puntual, en algo que es de moda, porque a nivel de la jerarquía de las necesidades del venezolano, la mayor cantidad del dinero se va en cubrir las necesidades básicas y fundamentales», señaló Olmos entrevistado por Bloomberg Línea.
El mecanismo inicial de ajuste de estos negocios es la reducción de personal; sin embargo, algunos empresarios pequeños del sector restauración consultados por Banca y Negocios señalan que hay mucha escasez de planificación; en muchos casos no hay un plan de negocio claro ni investigación de mercado, y por eso hay tantos cambios de marca y propuesta.
Otro elemento que abona a esta debilidad es una competencia no basada en factores diferenciales claros, lo que hace que proliferen, por ejemplo, restaurantes de sushi que tienen todos las mismas propuestas, por lo que queda es concentrarse en los precios para sobrevivir.
Olmos señala que esos negocios son estructuralmente inestables, porque la recuperación real de la economía se producirá cuando se incremente de manera suficiente el poder de compra de los venezolanos.
Con información de Banca y Negocios