El sociólogo Amalio Belmonte considera que para discutir el presupuesto de la Universidad Central de Venezuela con el gobierno de Nicolás Maduro y plantearle los proyectos para hacer de ella una de las principales universidades del mundo no es necesario vestirse de rojo ni compartir intereses ideológicos. Por el contrario, recuerda que es una obligación del Estado proveer condiciones para evitar la deserción y procurar la preservación de las instalaciones de este recinto, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Belmonte actualmente ocupa los cargos de secretario y de vicerrector administrativo de la UCV y ahora, a sus 78 años de edad, aspira llegar al rectorado. El profesor, que ha centrado sus conocimientos en el sistema político y en la educación superior venezolana, reconoce la capacidad y los logros que han alcanzado las autoridades universitarias a pesar de las dificultades.
Y se mostró seguro de que pueden llegar más lejos. «Tenemos cosas del pasado que nos afianzan como institución, un presente que vive, que está activo, y un futuro auspicioso. Creo además en la imaginación transformada en idea y en acción. Es parte de lo que nos permite pensar que es importante y adecuado optar por la posibilidad de ser rector de la Universidad Central de Venezuela».
Belmonte egresó en 1974 de la Universidad Central de Venezuela. Es investigador, magíster scientiarum en Ciencias Políticas e Historia Contemporánea de Venezuela y también culminó el posgrado de Ciencias Políticas de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas en esa casa de estudios.
Los comicios en la UCV están previstos para el próximo 26 de mayo.
El investigador forma parte del gobierno universitario desde el año 2008 por el limbo jurídico en el que el Tribunal Supremo de Justicia sumergió a las universidades autónomas, que se opusieron a la intervención en su reglamento electoral y en sus decisiones internas. Pero, para destrancar el juego, las autoridades académicas finalmente consideraron y ajustaron algunas estipulaciones del máximo tribunal sin abandonar su autonomía.
—¿Por qué tomó la decisión de postularse como candidato al Rectorado de la Universidad Central de Venezuela? ¿Siente que eso es lo que quiere la comunidad ucevista?
—Voy a responder como diría un político venezolano, que no se nombra para no crear discrepancias: si usted es candidato, tiene que demostrar que quiere serlo. Yo quiero ser candidato, no es que sienta que hay algo prominente detrás de mí ni que personas acudieron presurosas, no; es una convicción individual que uno somete a consideración de los amigos, de los posibles aliados y lo presenta a la comunidad. Es una decisión de carácter personal y tuve la oportunidad de concertar un equipo que me acompaña en esta fórmula y que tiene dos años trabajando en actividades relacionadas con la vida universitaria. Entonces, somos un equipo consolidado que acompaña esta aspiración y eso es muy importante, un candidato que está convencido de ser candidato y un equipo que tiene la misma convicción. Quiero ser candidato porque creo en la capacidad de la universidad, los logros alcanzados en medio de dificultades, y porque creemos además que esta universidad no ha sobrevivido, sigue viviendo. Hay una suerte de adrenalina académica que hace que la universidad sea un proceso en curso, con dificultades en muchas ocasiones, pero que nos permite tener esperanza activa, no contemplativa. Esa esperanza activa que pondremos nosotros tiene que ver con sueños, pero también con proposiciones, con iniciativas y con todo aquello que conduzca a transformar en hechos lo que estamos proponiendo. Tenemos la posibilidad de que la comunidad universitaria de la UCV nos ayude, apostamos por eso, porque tenemos cosas del pasado que nos afianzan como institución, un presente que vive, que está activo, y un futuro auspicioso. Creo, además, en la imaginación transformada en idea y en acción. Es parte de lo que nos permite a nosotros pensar que es importante y adecuado optar por la posibilidad de ser rector de la Universidad Central de Venezuela.
—Como vicerrector y parte del gobierno universitario saliente, y además de su amplia experiencia universitaria, ¿qué ha hecho por la UCV?
—Lo más importante que nos ha correspondido a las autoridades que estamos aún en ejercicio es que hemos defendido a la institución, hemos mantenido los principios que la rigen y, además, sus atribuciones, como la capacidad para seleccionar sus estudiantes, la autonomía universitaria y lo más importante, en este momento que estamos hablando de elecciones, es que hemos podido concertar a la comunidad interna con los factores externos para tener un reglamento que, si bien es provisorio, es un reglamento que le permite una salida democrática a la institución. Porque la institución ha estado obligada a no convocar a elecciones por una decisión de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia. Entonces nos correspondió estar al frente de la institución más allá del lapso previsto, enfrentar todo ese esfuerzo, concertarnos con otros sectores de la UCV para defenderla, creo que es un logro importante que no solo lo he hecho yo, sino los decanos, la comunidad ucevista, el resto de las universidades y, en general, todos aquellos que se identifican con los derechos de la universidad. Nosotros hemos estado aquí haciendo un esfuerzo colosal para que la institución siga existiendo, para que cumpla 300 años con nobleza, con dignidad y con futuro. Y yo creo que ese es un mérito que, si bien es cierto no nos transforma en héroes, en todo caso dice que hemos estado constantemente al frente de la institución. En muchas instituciones ha habido intervenciones, medidas inadecuadas por parte del gobierno nacional, y aquí se ha intentado. Ciertamente hemos tenido algunas amenazas de carácter judicial, otras de carácter político y nosotros las hemos enfrentado con los términos correctos con los que tenía que hacerlo la Academia.
—Hay personas que creen que las autoridades de la UCV cedieron ante el TSJ al permitir la realización de las elecciones bajo sus condiciones.
—Quien se plantee proposiciones desafiando el orden establecido en toda su expresión, es decir, que la universidad desacate decisiones de un TSJ que, por mucho que lo cuestionemos, tiene legitimidad, está allí y tiene capacidad para actuar, hubiese sido una irresponsabilidad de las autoridades, del Consejo Universitario y de todo aquel que actúe en la universidad. Es una irresponsabilidad pedir que se desafíe, como así fue aconsejado, la decisión de la Sala Constitucional y que convoquemos a elecciones como hicimos en el 2012 —cuando nos correspondió y la Sala Electoral nos multó y suspendió y nos obligó a mantenernos hasta ahora—, desde una perspectiva que ponga en peligro a la institución. Nosotros hemos sido, por supuesto, el discurso duro, agresivo, desafiante y de dicterios contra el TSJ y eso pareciera presentarnos como una suerte de héroe que no se rinde, que pareciera no ceder. Pero, en este caso, hay un contexto concreto en el que había que buscar una salida razonable, donde no se sacrificó absolutamente nada porque lo que tiene el reglamento como elemento nuevo es que incorporó a otros sectores de la comunidad universitaria, pero le dio privilegio a los sectores académicos. Es decir, que la decisión final, la proporción que tienen los sectores académicos en el universo electoral que va a designar a las autoridades tiene que ver con el día a día de la universidad, que es un poco la investigación, la docencia y todo aquello que se reduce al artículo 109 de la Constitución.
—¿No podían seguir en resistencia?
—Hacerlo de otra manera es prolongar una situación de indefinición, de ansiedad, de exilio interno de la comunidad, de apatía, de indiferencia, de falta de esperanzas. Prolongar eso habría sido, de verdad, una irresponsabilidad de nuestra parte. Hubo un acuerdo que permite una salida honorable a la institución, podemos discutir si lo correcto era desafiar a toda la institución y someterla a una inhabilitación, a una multa y que el gobierno nacional decidiera quién rige a la universidad. Eso hubiera sido una irresponsabilidad de parte nuestra. Claro, un gesto muy romántico, que se agota en un día. Los gestos en la política se agotan en un día y a lo mejor pasan a la historia como gesto, pero no como futuro, no como capacidad para actuar y defender la institución. Desde ese punto de vista, el acuerdo al que se llegó es honorable y la institución funciona en un contexto difícil, complicado, no solamente nosotros sino el resto del país.
—¿Confía en que el chavismo permitirá una elección con normalidad?
—Ninguna elección en Venezuela está libre de tener vulnerabilidades y esta no es una excepción, pero, en todo caso, he hablado de un acuerdo razonable. Los sectores oficialistas tienen candidatos a rector, que es el profesor Miguel Alfonzo, le estoy haciendo cuña gratis. El Conejo Nacional de Universidades designó al ministro del momento, en este caso Tibisay Lucena, para que discutiera con las universidades el reglamento respectivo que va a servir de soporte a las elecciones. Eso fue discutido conforme a lo establecido por la Sala Constitucional, que contemplaba casi una elección de alcaldes y gobernadores, que todos los que trabajan en la comunidad universitaria tienen los mismos derechos políticos para las elecciones. Es decir, el 1×1. Si hubiese sido así, las elecciones las decidirían los egresados, porque todos los egresados tienen derecho al voto de acuerdo con la sentencia de la Corte; si tú eres de la UCV tienes derecho a votar con la misma ponderación que un profesor, y todos los sectores, miembros administrativos y obreros, también tienen el mismo derecho. ¿Qué hicimos nosotros? Sin caer en actitudes elitistas ni clasistas ni mucho menos, porque la universidad no ha sido así ni es así, pensamos en que era razonable darle participación a otros sectores, eso lo hicimos, no como lo establece la sentencia sino con lo que se llegó en las discusiones razonables.
—¿Eso da seguridad?
—En buena medida, pero no es una seguridad absoluta, que no la tiene nada en Venezuela. Tenemos cierta precariedad institucional, que se ha visto en otros eventos de esta naturaleza. Ahora, no tener esperanzas y transformar las esperanzas en inactividad porque de pronto viene alguien y lo va a impedir, a torpedear y a impugnar creo que también es parálisis, falta de iniciativa. ¿Que tiene riesgos? La vida es así, en la vida hay que correr riesgos. ¿El riesgo es gigante? No sabemos su dimensión, pero, en todo caso, está cerca un ambiente electoral que es indetenible, se ha creado mucha participación, esperanza, muchos sueños en muchas partes de la universidad, en términos poéticos; el sueño de tener unas autoridades electas democráticamente, sin que haya una intermediación distinta a la participación interna, a la propia comunidad, discutir proyectos y modelos, es muy importante. Eso es un factor que le da fortaleza a la posibilidad de que podamos concluir este proceso de la mejor manera posible. Podemos jurar sobre todas las religiones posibles que no va a pasar nada y eso no es así, puede ocurrir algún factor, pero nosotros apostamos por que no ocurra y trabajamos para que no sea así. Hemos hecho acuerdos necesarios y razonables para que este proceso continúe como se ha venido desarrollando hasta ahora.
—¿De qué forma planea defender la autonomía?
—Si la comunidad elige a unas autoridades, ya tiene un soporte importante, no solamente el soporte de la comunidad interna. Es que la UCV, al igual que todas las universidades autónomas, es una impronta que tiene un espacio en el país, el país está muy atento a estas elecciones y nos acompaña en esto. Tuvimos una reunión con la directiva de Fedecámaras, que está interesada por este proceso, también muchos de nuestros decanos de Maracay han tenido relaciones con las federaciones de ganaderos y productores agrícola de Aragua y Lara preocupados por la universidad, llegando a acuerdos para ver cómo en el futuro podemos construirnos juntos. Esto ha provocado un conjunto de relaciones que la universidad tiene que cultivar, y ahora con mayor fuerza. Tenemos una presencia en el país, pero esa presencia tiene que ser mucho más ostensible, más visible, eso es un mecanismo de protección para el futuro. Y el propósito de la misión y la misión de la universidad, que hace que tenga dolientes en Venezuela y fuera del país que están atentos a su alma mater, también son una garantía. No nos preserva totalmente de alguna acción, pero es una fortaleza muy importante que hay que articular con mayor fuerza y capacidad y por allí va el camino que nosotros pretendemos emprender.
—Decía que la UCV ha vivido. ¿Cómo enfrentará los grandes problemas, como el deterioro de las instalaciones, la deserción de los profesores por bajos salarios y condiciones, y la inseguridad?
—Tenemos que estar dispuestos a llegar a acuerdos con todas las instituciones externas a la universidad que tienen que ver con la vida universitaria. Eso nos hace vincularnos, por un lado, con Fedecámaras, la Conferencia Episcopal Venezolana, sectores privados y con nuestra comunidad extendida, pero también nos obliga a una relación distinta con el gobierno, no para entregar principios sino porque entendemos que, en parte, eso nos conduce a la cuestión presupuestaria. Seguir planteando, y yo tengo la foto en mi casa, Sociología y Antropología presentes, hay un compañero mío de un lado y yo de otro sosteniendo la pancarta desde que era estudiante: ¡presupuesto ya! Se ha hecho como endémico ese factor en la universidad, quizá el doctor Francisco De Venanzi tuvo el presupuesto que solicitó en aquella época, en el año 59, desde allí en adelante ha sido una lucha constante por el presupuesto. En este momento, que se ha agudizado la deficiencia presupuestaria, nosotros pensamos que es muy razonable y factible que podamos diseñar otras fuentes de financiamientos. ¿Cómo hacer esas fuentes de financiamiento? ¿Es una suerte de utopía? No. Hay que internacionalizar la universidad, posicionarla en los centros académicos mundiales.
—Y eso, ¿cómo se logra?
—Tenemos que hacer lo que hacen algunas facultades, algunas cátedras: todos los desarrollos de sus investigaciones los comparten con sus homólogos en otras partes del mundo, hacerlo política de la universidad. La UCV tiene que abrirse y llegar a acuerdos institucionales con las comunidades externas académicas, con los organismos multilaterales y con los sectores privados e internacionales dedicados a la educación y aprovechar que tiene una comunidad extendida por todas partes del mundo; tiene profesores, egresados y además tiene personas que ya están vinculadas con investigaciones en el exterior. Eso permite ingresos para los profesores que comparten investigación con sus pares en otras partes del mundo, eso permite utilizar organismos como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, el Banco de Desarrollo de América Latina, las Naciones Unidas, otros organismos académicos y universidades. Para eso hay que hacer como hacen en la Universidad de Valencia, en España, que tiene un Vicerrectorado; tomaremos de allí la idea de internacionalización académica, nosotros no vamos a crear un vicerrectorado porque tenemos mecanismos e instituciones internas que pueden llevarlo a cabo. Es afianzar la presencia de la universidad en ese mundo académico inmenso, que investiga, y para ello hace falta tener la capacidad para llegar a acuerdos y tener una plataforma tecnológica adecuada de la que no disponemos. Y, como se lo hemos dicho al gobierno, nosotros queremos bailar con los gigantes, que significa bailar con los centros de investigación del mundo, que no solamente están en Europa, están en Estados Unidos, en la India, incluso en China. La Universidad de Buenos Aires (Argentina) tiene una cancillería interna, nosotros no vamos a imitarlo, pero podemos tomar de allí la experiencia. ¿Qué hace ese canciller de la universidad? Se vincula con cada embajada que tiene actividades académicas importantes y eso le permite lograr ingresos para los profesores, los trabajadores y empleados vinculados con esas investigaciones y becas académicas para los estudiantes. En la medida en que la institución utilice su capacidad de consolidar, investigar y generar conocimientos, que son muchísimas pero que no son muy visibles, podemos obtener otra fuente de ingresos distintas al presupuesto ley, por el cual hay que seguir luchando, pero que es insuficiente y va a ser siempre insuficiente. Hay que continuar en la lucha por un presupuesto adecuado, pero ya sabemos que no es suficiente y sería poco responsable no plantearse alternativas diferentes. El propio ministerio lo ha dicho y hemos pedido que no nos pongan trabas para los acuerdos internacionales porque muchos pasan por el gobierno. Ellos dicen en el plan que tiene el ministerio que las universidades tienen que procurar otros ingresos, está bien, pero no con Irán, con Bielorrusia ni con Cuba. Podemos establecer relaciones si existe algún interés nuestro, lo vamos a hacer bailando con los gigantes del mundo y construyendo el espacio universitario de América Latina, así como reforzar, a partir de los doctorados y de los posgrados nuestros, los vínculos con nuestros pares en América Latina para construir ese espacio y fortalecerlo. Es una tarea compleja en cuanto a cómo se puede negociar.
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