Los navegantes fluviales rumanos vieron con gran sorpresa en la mañana del lunes (24.07.2023) cómo unos drones sobrevolaban la zona del puerto de Reni, en Ucrania. Luego, esa sorpresa se transformó en pánico. A pocos cientos de metros se vio un relámpago, y luego se escuchó una violenta explosión. «Huyamos, la guerra ha comenzado aquí, frente a Rumania”, gritó uno de ellos.
El puerto ucraniano de Reni, en el Danubio, fue atacado por Rusia con 15 drones iraníes del tipo Shahed-136. Algunos drones fueron derribados por la defensa aérea de Ucrania, y otros estallaron en el puerto y destruyen depósitos y silos para grano ucraniano. Siete personas resultaron heridas, y un buque de carga rumano también fue dañado por el ataque. El puerto de Ismajil, río abajo, también fue atacado, pero sin éxito.
La guerra de Rusia contra Ucrania nunca llegó tan cerca de una frontera de la OTAN como el 24 de julio. El puerto de Reni está ubicado en el triángulo entre Ucrania, Rumania y Moldavia, a unos 120 kilómetros al oeste de la desembocadura del Danubio en el mar Negro. Desde el depósito destruido en el puerto de Reni solo hay 200 metros hasta la mitad del río, donde está la frontera rumana, es decir, la de un país miembro de la OTAN. Doscientos metros más lejos se alcanza la orilla rumana. El puerto moldavo de Giurgiulesti queda a cinco kilómetros río arriba. Y la ciudad rumana de Galati, de 220.000 habitantes, a unos 10 kilómetros en línea directa. Fue solo cuestión de suerte que los drones no cayeran sobre territorio de la OTAN.
El ataque a Reni es una nueva etapa en la escalada del terror bélico ruso, que, hace casi una semana, comenzó en los puertos de Odesa y Mykolaiv, en el mar Negro, y que se dirigió, sobre todo, contra la infraestructura ucraniana de exportación de cereales. Ya anteriormente volaron misiles rusos sobre el espacio aéreo rumano, y restos de esos proyectiles cayeron en Moldavia. En Polonia también cayó un misil ruso en un bosque. Pero Rusia nunca había llevado a cabo un ataque intencionado tan cerca de una frontera exterior de la OTAN, y, además, contra un objetivo civil, en una zona sin infraestructura militar relevante.
«Vladimir Putin quiere paralizar por todos los medios la exportación de granos de Ucrania, y, al mismo tiempo, vengarse de que algunas sanciones contra Rusia, como, por ejemplo, contra el sector bancario, no hayan sido levantadas”, dijo a DW, desde Bucarest, el politólogo rumano Armand Gosu, un gran conocedor de Rusia y del escenario postsoviético en Rumania.
Ucrania depende urgentemente de los ingresos de la venta de cereal y semillas oleaginosas, y hasta ahora contaba con tres rutas para la exportación. La mayor cantidad era transportada, también luego del inicio de la invasión rusa, a través de los puertos de Odesa y Mykolaiv, en la ruta del mar Negro, gracias al acuerdo con Rusia, bajo mediación internacional. Otra parte del grano llegaba por tierra a través de Rumania, Hungría, Eslovaquia y Polonia a los mercados mundiales. La tercera ruta corre por el delta del Danubio, por los puertos de Reni e Ismajil, así como a través del área de aguas territoriales rumanas en el mar Negro. Ucrania planea ampliar sobre todo esa última ruta.
En comparación con la ruta del mar Negro, desde Odesa y Mykolaiv, por la ruta de los puertos del Danubio solo se pudo exportar una parte del grano ucraniano hasta el momento. Es decir, que, para Rusia, un bombardeo de Reni comporta un riesgo mayor que un posible beneficio, debido a su ubicación, directamente en la frontera de la OTAN. Sin embargo, el politólogo Gosu dice que se trata de mucho más que de solo paralizar la exportación de cereal. «Putin quiere demostrar que le da lo mismo cuán cerca del territorio de la OTAN se realizan sus ataques”, dice. «Más aún: el objetivo de Putin es desenmascarar así la indecisión de la OTAN”.
La opinión pública rumana reaccionó horrorizada y con profunda preocupación al bombardeo de los puertos ucranianos del Danubio, no solo porque la guerra estuvo tan cerca de Rumania, sino porque el delta del Danubio es una zona en la que los habitantes de ambos países están estrechamente unidos históricamente por el idioma y la cultura. En la ciudad portuaria de Reni, por ejemplo, más de la mitad de los habitantes son de etnia rumana.
Al contrario de la opinión pública, las reacciones oficiales de Rumania fueron extrañamente cautelosas. El presidente rumano, Klaus Iohannis, tuiteó brevemente que condena con dureza los ataques de Rusia cerca de Rumania. El Ministerio de Defensa de Bucarest comunicó únicamente que «no hay ninguna amenaza militar del territorio nacional”.
Por parte de la OTAN tampoco llegó hasta ahora una toma de posición oficial. Si bien, desde el inicio de la ola de ataques rusos contra Odesa y Mykolaiv, hace casi una semana, el Consejo para Ucrania de la OTAN está reunido, la alianza aún no ha condenado los hechos ni ha emitido una advertencia a Rusia por los bombardeos cerca de la frontera.
Según Armand Gosu, la OTAN «quiere evitar una escalada a cualquier precio”. «Entretanto, las élites de Occidente están hartas de la guerra, y temen más bien el colapso de Rusia, en lugar de una derrota de Ucrania. Por eso Ucrania no recibe todo el apoyo que sería necesario, añade. «En Ucrania no habrá un conflicto largo y congelado debido a Rusia, sino porque Occidente envía muy poco armamento”, pronostica Gosu. «Es un juego cínico”, concluye el experto.
Con información de DW – US LATM