No es exclusivo de Venezuela la realidad que vivimos y padecemos a nivel social, económico, ambiental y político. Somos parte de un continente con males parecidos e interpretados bajo el crisol personal de cada gobierno, según sea su inclinación. Lo que si logramos observar que los países se pueden medir por sus niveles de pobreza, miseria, corrupción y esta, es la clave de una clara diferencia entre unos y otros, de cual se conduce peor en relación al bienestar y desarrollo personal, familiar y social.
Es así, que la necesidad de diferentes derroteros que nos exigen las realidades; nos llaman a una evaluación de cada contexto que nos permite entender que los mismos problemas de hace 80 años aproximadamente, se repite y se repiten, sin lograr darle curso a la vida de los ciudadanos, que hoy en día se aclaran bajo nuevos conceptos de ciudadanía. Las demandas de la sociedad ya no solo centran su interés en lo económico, sino, en lo moral, en la honestidad, el tema del corrupción, rechazo al autoritarismo, entre otras. Hacen del momento, algo difícil de dilucidar.
Las prácticas políticas tradicionales, hoy, ya no sirven, y menos logran dar respuesta ante el escenario de un modernismo liquido (Bauman, 2016) que explica con cierta facilidad, la disolución de las instituciones, los valores referenciales, y personajes que han perdido su vigencia de forma estrepitosa. La experiencia del ciclo vicioso en el continente parece ser parte del reflejo de la descomposición generada por los errores de una izquierda atrofiada y una derecha que no se renueva en nuevos senderos Psicosociales y rutas permanente de progreso.
Es entonces que colocamos las estrategias basándonos en nuevos paradigmas, que por cierto es bueno señalar que están adecuadamente planteadas en la obra denominada El Estado Psicosocial Latinoamericano, proveyéndonos de vías que corresponden con la nueva ciudadanía y los modelos cuya característica se centran en nuestros pensamientos, afectos y conductas a ejecutar. Este mundo de variables nos aclaran las formas en que los pueblos, deberán de definir su relación con el Estado y su rol ante de esta figura con vida propia hoy en día.
Es un asunto basado en la conversión o transformación de las formas, los estilos y libertades que el ciudadano exige para su liberación ante un Estado coercitivo y colmado de poder irracional e ilógico. Para tal fin, en la obra citada nos permite entender que derroteros asumir para lograr los cambios y asegurar permanentemente el progreso de nuestros pueblos y de Venezuela Particularmente. Las formas de la educación, la primacía del ciudadano ante el Estado, el municipalismo desarrollado como factor de cambio real y las leyes y tribunales manejados bajo la sobra de los Derechos Humanos de los individuos, entre otros aspectos que desarrollar.
Finalmente, la tarea no es fácil, menos de un día para otro, pero, el país como el continente cuenta con un capital humano increíble, sin Ataduras y con los compromisos que no sean los de bienestar del País, las familias y los pueblos, de forma integral.
Dr. José Ernesto Pons B
@JosePonsB