Para estar mejor preparados ante un conflicto en la península coreana y reforzar su posición como países tecnológicamente avanzados, Seúl y Pyongyang están intensificando sus exploraciones en el espacio exterior.
A mediados de noviembre de 2023, el líder norcoreano, Kim Jong-un, declaró que su país habría entrado en una «nueva era de potencia espacial», tras el exitoso lanzamiento del primer satélite espía de producción doméstica.
No obstante, puesto que Corea del Norte no ha publicado imágenes captadas por el satélite, es imposible determinar sus capacidades ópticas. Analistas han expresado dudas al respecto.
Por su parte, Corea del Sur lanzó su primer satélite de vigilancia a finales de 2023. La nave que lo puso en órbita es operada por la compañía privada estadounidense SpaceX.
El 11 de enero, el Ministerio de Ciencia en Seúl anunció que en mayo creará la Administración Coreana Aeroespacial, una agencia que busca hacerse con el 10 por ciento del mercado global de vuelos espaciales hasta 2045.
Como respuesta, tres días después, Corea del Norte lanzó un misil balístico de alcance intermedio con combustible sólido, empleando tecnología que también se usa en cohetes diseñados para poner satélites en órbita.
En un discurso a la nación, en diciembre, Kim informó que planea lanzar por lo menos otros tres satélites espía este año para fortalecer las capacidades militares del país.
«Actualmente, el servicio de inteligencia de Corea del Sur cree que Rusia ha ayudado a Corea del Norte a lanzar y poner en órbita a sus satélites militares», señala Hyobin Lee, de la Universidad Nacional de Chungnam.
En entrevista con DW, Lee vaticina que la competencia en tecnología espacial se va a intensificar en el futuro. «Corea del Norte probablemente seguirá desarrollando y lanzando más satélites para reforzar su amenaza nuclear, mientras Coreas del Sur hará lo mismo para fortalecer sus capacidades de disuasión».
A lo largo de la próxima década, Seúl planea desarrollar una red de 130 satélites en la órbita terrestre baja como parte de un sistema de vigilancia y comunicación militar, por ejemplo, para matar a líderes norcoreanos en caso de un ataque contra Corea del Sur.
«Se trata de dos modelos de desarrollo muy diferentes», dice a DW Dan Pinkston, profesor de Relaciones Internacionales en el campus en Seúl de la Universidad de Troy.
Mientras en el norte de la península coreana el desarrollo es liderado por el Estado y se planifica de manera centralizada, prosigue Pinkston, en el sur se buscan sociedades internacionales y alianzas público-privadas para explorar el espacio.
El experto explica que el programa espacial norcoreano está marcado por la escasez financiera, la incapacidad de acceder a las tecnologías más modernas y el rechazo por parte de la mayoría de los países de cooperar con Pyongyang.
No obstante, agrega, hay evidencia de que el norte está siendo apoyado por Rusia, y de que hackers norcoreanos han podido acceder a tecnología espacial de otros lugares.
Según el profesor de Relaciones Internacionales, las informaciones que aportan los satélites son cruciales para que Corea del Norte pueda coordinar un ataque contra otro país. Sin embargo, el precio de desarrollar y lanzar ese tipo de equipos tendrá un fuerte impacto en la economía del país, sostiene.
«Asimismo, los contraataques espaciales serán inevitables», observa Dan Pinkston. El experto está convencido de que Estados Unidos y Corea del Sur están desarrollando sus capacidades de contraataque para desactivar un satélite de Corea del Norte, ya sea temporal o permanentemente, en caso de que sea necesario.
Teniendo en cuenta las vulnerabilidades del programa espacial norcoreano, Hyobin Lee, de la Universidad Nacional de Chungnam, cree que, para Pyongyang, uno de los mayores beneficios de la carrera espacial consiste en el valor propagandístico para la audiencia doméstica y en la posibilidad de pulir su imagen como país tecnológicamente desarrollado.
Fuente: DW – US LATM