Tiburones de La Guaira llegó a la tierra prometida después de vagar durante casi 40 años por senderos de derrotas. La victoria sobre Cardenales de Lara en la temporada 2023-2024 terminó con una sequía de 38 campañas llena de tragedias y amarguras.
Los fanáticos escualos por fin aplauden luego de una zafra exitosa liderada por uno de sus ídolos históricos, el mánager Oswaldo Guillén, quien la noche de este 28 de enero se convirtió en el único dirigente en ganar una Serie Mundial y luego un campeonato en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP).
Los Tiburones vencieron 3-0 a los pájaros rojos en esta estadio Antonio Herrera Gutiérrez de Barquisimeto para llevarse la serie final 4-1. El lanzador Ricardo Pinto de nuevo se vistió de héroe al lanzar siete entradas en blanco para sumar su segunda victoria de esta lucha, además de no permitir a los larenses anotar en 14.0 innings. Esto le dio la distinción de Más Valioso de la final.
El 23 de enero, horas antes del primer juego de la final, Guillén escribió en su cuenta de la red social X una frase que resumía el ímpetu de Tiburones para entrar a la final: “Esta semana jugamos por algo más grande que un trofeo. Jugamos por los que pasaron al otro barrio. Mis compadres y grandes amigos míos que creyeron en mí cuando era solo un muchacho”.
El texto estaba acompañado por fotos de Pedro Padrón Panza, el patriarca de la organización; Marco Antonio “Musiú” Lacavalerie, el comunicador que creó esa cultura de alegría en la fanaticada; Pompeyo y Graciano Ravelo, dos coaches que fueron mentores del actual mánager, y Gustavo Polidor, su compadre e integrante de “la Guerrilla” que había ganado el título hace 38 años.
El mensaje de Guillén, quien en 2005 llevó a Medias Blancas de Chicago a ganar la Serie Mundial después de 88 años de espera, fue un guiño a los fanáticos que comenzaron a seguir a Tiburones desde hace más de cuatro décadas; así como para los que se han sumado en la época menos gloriosa al recordarles que el club tiene historia.
También fue una señal para sus peloteros, que jugaron un beisbol agresivo para imponerse a Cardenales, que terminó la ronda eliminatoria con el mejor récord, pero sucumbió ante un equipo bien estructurado y motivado.
La imagen de aquel Oswaldo Guillén que entregó el último out de la final 1986-1987 pasará a un segundo plano. Ahora fue elevado por los fanáticos a un peldaño más alto en el altar de los ídolos de Tiburones. Exitoso como pelotero en Venezuela, ganador del Novato del Año de la Liga Americana en 1985 cuando jugó para Medias Blancas de Chicago, campeón como coach de Marlins de Florida en 2003 y primer latinoamericano en guiar a un equipo de Grandes Ligas a titularse en una Serie Mundial en 2005, Guillén celebró en grande su primera corona aquí, una espinita que tenía clavada.
La Guaira, la divisa que en 1962 construyó Pedro Padrón Panza, junto con el grupo de empresarios de La Guaira que invirtió en la franquicia que anteriormente se llamaba Licoreros de Pampero, fue uno de los más fuertes en los siguientes 26 años. Desde su debut en la temporada 1962 hasta 1986, Tiburones alzó las coronas de los torneos 1964-1965, 1965-1966, 1968-1969, 1970-1971, 1982-1983, 1984-1985 y 1985-1986, antes de ganar la tan esperada 2023-24.
“La Guerrilla”, ese grupo de jugadores que marcó el beisbol venezolano al ganar 3 trofeos en la década de los 80, se fue diluyendo después de la final de la temporada 1986-1987, cuando fue barrido en la final por Leones con aquel no hit no run de Urbano Lugo. El conjunto litoralense entró en un bache y Padrón Panza, el corazón operativo del equipo, enfermó. El 1 de abril de 1999, el hombre que modernizó la pelota profesional venezolana murió a los 78 años.
La Guaira, que despidió al mánager Alfonzo el 1 de diciembre cuando marchaba con récord de 16 ganados y 19 perdidos, clasificó en el cuarto lugar a la postemporada con marcas de 30 y 26. De la mano de Guillén, Tiburones mandó en el round robin con marca de 12-4, en esa instancia se inició con 5 victorias consecutivas.
En el round robin, el equipo salado se solidificó y entró a la final contra Cardenales con un picheo abridor excelso, una ofensiva demoledora y unos relevistas que hicieron el trabajo. La capacidad para remontar le permitió ganar el importante segundo juego de la serie 12-10, después de abrir esa fase con un blanqueo de 6-0. Mientras que en el último encuentro hizo el trabajo para ganar 3-0 y coronarse en el estadio Antonio Herrera Gutiérrez de Barquisimeto.
Tiburones ha pasado por diferentes etapas: del club irreverente que brilló en los 60, al aguerrido que acabó con sus rivales en los 80; fue el equipo que sufrió una crisis deportiva que lo llevó a estar fuera de los titulares de medios en los 90; posteriormente, se convirtió en el conjunto donde renació la esperanza y se llenó otra vez de decepciones en las últimas dos décadas (en este lapso vino la famosa maldición de Jesús “Chivita” Lezama); y hoy es la poderosa escuadra que el año pasado llegó a la final y hoy celebra su octavo título.
Quedan muchas imágenes de la campaña en la retina de los fanáticos de La Guaira después de esta temporada triunfal. Quizá una de las más significativas se vio después del juego de la final, cuando la gente abandonaba el estadio Universitario: Oswaldo Guillén corría detrás de su pequeño nieto en el campo donde comenzó el camino para convertirse en uno de los hombres del beisbol venezolano con los lauros más importantes. ¿Será que suma la Serie del Caribe?
A toda la opinión pública pic.twitter.com/f7VyTJPzQt
— César Collins (@CesarBC29) November 6, 2023
Con información de El Pitazo.