Los hechos ocurridos hace 20 años dieron pie a un golpe de Estado que derrocó al presidente de su momento, Hugo Chávez. La intención de derrocar a Chávez habría estado movida tras un periodo de inestabilidad económica y política donde las fuerzas opuestas se cohesionaron tras el éxito del paro cívico del 10 de diciembre del 2001.
Uno de los graves sucesos en la historia política de Venezuela ocurrió la tarde de ese 11 de abril, acción orquestada por un sector de la cúpula empresarial y comercial, que apoderada de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), no le perdonó a Chávez sus acciones en favor de la ciudadanía, desencadenando así una serie de hechos violentos comandados por la Central de Trabajadores de Venezuela (CTV) y la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela (Fedecámaras), reseñó Con el Mazo Dando.
Violencia premeditada
Ya en las proximidades del Palacio de Gobierno comenzaron a caer las primeras víctimas por disparos de los francotiradores dispuestos por los golpistas para masacrar al pueblo, sin distinción de uno u otro bando, donde se registraron 18 fallecidos y unos 70 heridos, según cifras oficiales del momento. Las imágenes de éstas y otras muertes en el Centro de Caracas serían utilizadas para transmitir un video de un grupo de militares traidores que, violando su juramento de defender y servir a la ciudadanía, exigían la renuncia del Presidente. El audiovisual, que daba detalles del número de fallecidos, había sido grabado mucho antes de los acontecimientos, lo que ratificaba su participación en la planificación de los asesinatos.
Con Venevisión a la cabeza, los medios de comunicación privados lanzaron el expediente de Puente Llaguno, en el que mostraron imágenes de activistas bolivarianos apostados en el lugar disparando hacia la avenida Baralt, con lo que intentaron inculpar al presidente Hugo Chávez de las muertes que los francotiradores y agentes conspiradores ocasionaron ese día.
El paradero de Chávez se desconocía, pero el Alto Mando Militar venezolano anunció, a través de su vocero principal, el General en Jefe Lucas Rincón Romero, que le habían solicitado la renuncia al líder revolucionario, y que éste la había aceptado, lo que nunca sucedió, como lo evidencia la carta que escribe el Presidente desde su retención en Turiamo.
El hecho fue rechazado por los simpatizantes del oficialismo, quienes salieron a las calles en la defensa de Hugo Chávez armando un cinturón de seguridad en torno a la sede del Gobierno, junto a los organismos policiales y militares que se interpusieron entre ambos contingentes.
El 14 de abril en horas de la madrugada, Chávez llegó al Palacio de Miraflores en un helicóptero, donde fue recibido por sus ministros y unos 200 mil manifestantes.
«A Dios lo que es de Dios, al César lo que es del César y al pueblo lo que es del pueblo», señaló en el inicio de su intervención.
Aquel hecho fue calificado por el presidente como algo «inédito», al tiempo que reconoció la labor de militares y civiles que se apegaron a la constitucionalidad.
Desde entonces cada año el Gobierno Nacional conmemora el fallido Golpe de Estado con actividades especiales como marchas o concentraciones, en distintos lugares del país.