¿Cómo se enfrenta la precariedad salarial en Venezuela?

En América Latina, el salario mínimo en Venezuela se encuentra en la posición más baja entre 17 países de la región. En contraste, naciones como Costa Rica, Uruguay y Chile tienen los salarios mínimos más altos.

De acuerdo con datos del IPC (Índice de Precios al Consumidor), el salario mínimo en Venezuela es de 3,65 dólares mensuales, según el portal especializado DF Sud. No obstante, este monto se complementa con bonificaciones de 90 dólares y 40 dólares por concepto de bono alimentario, elevando el salario mínimo indexado a 133,65 dólares. A pesar de esto, Argentina supera a Venezuela con un salario mínimo de 167 dólares y una canasta básica alimentaria de 127 dólares.

La canasta básica alimentaria en Venezuela está valorada en 543 dólares, según el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM) en julio pasado. Esto significa que se necesitan más de cuatro salarios mínimos indexados para cubrir los costos básicos de alimentos para una familia.

En comparación, el salario mínimo en Costa Rica, de 675 dólares, puede cubrir hasta cinco veces el costo de una canasta alimentaria de 115 dólares, mientras que en Chile, el salario mínimo de 529 dólares cubre hasta siete veces el costo de una canasta alimentaria de 72 dólares.

En la última década, el salario mínimo en Venezuela ha perdido su relevancia como referencia para el valor del trabajo, debido a la alta inflación y la crisis económica. El economista Demetrio Marotta, del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES) de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), explica que el salario mínimo ha quedado obsoleto para las negociaciones contractuales y ha perdido su aplicación práctica.

Marotta señala que el salario mínimo en Venezuela ya no es un punto de referencia válido, ya que ha quedado muy rezagado en comparación con el costo de vida y las necesidades del mercado laboral. En cambio, las empresas privadas suelen ofrecer compensaciones superiores al salario mínimo oficial, pero estas bonificaciones no siempre están incluidas en las prestaciones sociales ni en los beneficios contractuales establecidos por la ley.

El economista destaca que la disminución del poder adquisitivo ha afectado la demanda de bienes y servicios, lo que ha llevado a las empresas a enfrentar dificultades para mantener las ventas. Este contexto ha impulsado a muchos venezolanos a buscar ingresos adicionales a través de emprendimientos y trabajos informales, lo que ha alterado el mercado laboral.

Gabriel Wald, director del Observatorio Venezolano de Empleabilidad de la UCAB, enfatiza la necesidad de ofrecer formación en oficios a los jóvenes egresados de bachillerato y los esfuerzos de las empresas privadas para atraer talento. Según Wald, el talento humano percibe a las empresas no solo como una fuente de ingresos, sino como una plataforma para su desarrollo. Esto puede fomentar una relación laboral a largo plazo, aunque el bajo salario sigue siendo un obstáculo significativo.

A pesar de la dificultad de retener talento con salarios bajos, algunas empresas están innovando en sus estrategias de compensación para mantener a sus empleados y asegurar su desarrollo profesional.

 

 

 

 

 

Con información de Banca y Negocios

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