Con este titular inicio mi artículo ante la hermosa reflexión de la gran experiencia que vivimos a través de la comisión de pueblos indígenas presidida por la legisladora Keyla Marín, y que pude sentir en esa importante sesión que realizamos en el municipio Machiques de Perijá a propósito del 12 de octubre Día de la Resistencia Indígena, Día de la hispanidad, Día de la Raza o cualquier título que le queramos colocar no se asemejará a la bonita reflexión que tenemos que mantener presentes ante los retos que nos lleva a reencontrarnos siempre con nuestros mundos.
Son nuestros orígenes, son la realidad de nuestra propia naturaleza, de nuestra propia tierra y de nuestra propia sangre, frente a ellos sesionamos y hacíamos un lindo y sentido homenaje a nuestro querido legislador desaparecido físicamente Miguel Agbatray.
Un hombre ejemplar con quién compartí más de dos años de labores legislativas, de acompañamiento a su trabajo heroico, silencioso, humilde, sincero con sus etnias, con su gente. Miguel cómo miembro de la comisión indígena le tocó representar a Keyla en diferentes oportunidades, lo que nos permitió compartir las realidades del trabajo que venía desarrollando desde la Sierra de Perijá con todos sus hermanos originarios.
Lamentablemente Agbatray tuvo que morir para yo poder encontrarme con ese mundo del que él me hablaba y pedía apoyo del Consejo Legislativo para continuar haciendo su extraordinaria labor; hoy siento un arrepentimiento que siempre permanecerá en mi corazón, porque como lo expresaba en mi discurso de la sesión, no siempre tenemos que esperar la partida de alguien para poder seguir el legado de su impecable trabajo.
Esta radicalidad política nos impide muchas veces acercarnos a esos grandes hombres y mujeres con invaluables valores que existen detrás de cada uno de ellos, nos dedicamos única y exclusivamente a lo político y se nos olvida lo más importante, la parte humana.
En esta sesión hubo un verdadero reencuentro, por que como negar que venimos de esos orígenes y somos parte de esa realidad y de ese mundo.
El que nos dijeran los caciques, los líderes indígenas y la señora karelia con esas sonrisas dibujadas en sus rostros, presidente toque esa campana que tenía muchos años que no se escuchaba por acá, fueron momentos que me llenaron de un profundo compromiso y junto a mi compañera Keyla Marín a entender que a veces estando cerca, estamos muy lejos.
Mucho aún por hacer, mucho aún por seguir ayudando y haciendo posible la inserción de una realidad y un mundo que también avanza a una velocidad vertiginosa, lo que nos obliga aún más a darnos las manos unos con los otros, sin perder el sentido de nuestra esencia, nuestro cosmos vital, la madre naturaleza, todo lo que nuestras etnias representan y que de alguna manera tenemos que conservar y preservar porque es parte de esa semilla y de ese origen.
Además, esta sesión solemne del día de la Resistencia Indígena, nos lleva a la maravillosa reflexión antes mencionada, pero también hacernos profundos cuestionamientos, serios y determinantes; así como también en el sentido no solo de su propia existencia, sino también de como lo hemos sabido insertar dentro de nuestras culturas de las cuáles tenemos tanto que mostrar y ofrecer al mundo entero.
Desde México para abajo, en cualquier lugar que visitemos turísticamente saben mostrar los mejor de su esencia, de sus antepasados y haciendo rituales, películas, inclusive infantiles donde saben destacar aquello que corresponde a los orígenes de sus tierras.
Ese es el gran reto que tenemos como venezolanos, sacar de lo nuestro lo mejor, ya que indiscutiblemente tenemos lo mejor. Lo que hay en el corazón y en el alma de nuestros hermanos indígenas sigue siendo un espacio maravilloso que explorar y que amalgamar frente a los retos de futuro que tenemos.
Agradezco enormemente a todos mis compañeros legisladores, concejales de Machiques y todos los representantes nacionales que nos acompañaron en tan maravillosa sesión, en especial a la parlamentaria Keyla Marín por tan impecable organización, logrando reunir a todas las etnias y poder disfrutar lo mejor de ellas, y así llevarnos en la semilla de nuestro corazón el sentimiento de ser parte de estos mundos, y que no es otra cosa que el reencuentro para seguir construyendo juntos el mundo y el estado del futuro.