Después de meses de tensiones, las relaciones entre el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y el Banco Central parecen encaminarse hacia un clima de mayor cordialidad, lo que genera preocupación entre algunos inversores.
Gabriel Galípolo, de 42 años, asumirá la presidencia del banco este miércoles. Galípolo, que fue viceministro de Economía, es conocido por sus opiniones económicas que a menudo difieren del enfoque de libre mercado de su antecesor, alineándose más con posturas de la izquierda.
Aunque este cambio podría disminuir las críticas que ha recibido Lula debido a las altas tasas de interés, también podría poner a prueba la reciente independencia formal del Banco Central, según señalaron a Reuters seis exdirectores de la entidad.
Galípolo reemplaza a Roberto Campos Neto, quien fue nombrado por el expresidente Jair Bolsonaro. Esta es la primera vez que se lleva a cabo una transición desde que en 2021 se implementó una ley que obliga a los mandatarios a esperar dos años para nombrar al jefe del Banco Central, con el fin de promover su autonomía.
El traspaso de poder será observado de cerca después de que la frustración con las políticas de gasto del gobierno provocara inestabilidad en los mercados, lo que a su vez incrementó la prima de riesgo de Brasil y llevó a su moneda a niveles bajos históricos.
Galípolo y Campos Neto han minimizado sus diferencias, prometiendo continuidad en una conferencia de prensa. Tras su reciente nombramiento, Lula destacó a Galípolo en un video en redes sociales, enfatizando su compromiso con la disciplina fiscal y la no intervención en el Banco Central. Sin embargo, persiste la inquietud sobre un posible cambio en la política monetaria, especialmente después de una votación en mayo en la que Galípolo apoyó un recorte de tasas más drástico que el votado por la mayoría designada por Bolsonaro. A partir de enero, los nombramientos de Lula ocuparán siete de los nueve asientos del comité de política monetaria del Banco Central.
DCN/Agencias