La economía de China ha mostrado un retroceso inesperado a inicios de año, frenando así el avance de una recuperación impulsada por medidas de estímulo. En enero, la actividad manufacturera se contrajo después de tres meses de crecimiento, con el índice de directores de compras del sector que cayó a 49,1, el nivel más bajo desde agosto anterior. Por su parte, el indicador no manufacturero, que incluye la construcción y los servicios, descendió a 50,2, apenas por encima del umbral que indica crecimiento.
Estos resultados se producen tras datos oficiales que indicaron un apoyo fiscal insuficiente por parte del gobierno el año pasado. Las ganancias en las empresas industriales han caído por tercera vez consecutiva, en medio de presiones deflacionarias. Aunque se implementó un programa de subvenciones que contribuyó a un repunte en las ganancias hacia finales de 2024, la situación sigue siendo volátil.
El riesgo de estancamiento es inminente para la segunda economía más grande del mundo, a menos que el gobierno aumente la inyección de recursos mediante préstamos y gastos públicos. Las tensiones aumentan con la amenaza de Donald Trump de imponer aranceles sobre las exportaciones chinas, lo que podría afectar la demanda externa. Por otra parte, el sector inmobiliario sigue sin mostrar señales sólidas de recuperación.
En el mercado bursátil, el índice CSI 300 de acciones chinas cerró con una ligera caída del 0,4%, y los futuros de bonos gubernamentales a 30 años se incrementaron un 0,7%. El yuan se depreció alrededor del 0,4% en ambos mercados. Aunque China logró cumplir con un crecimiento del 5% el año pasado, la recuperación ha sido desigual, especialmente en un contexto de consumo afectado por el mercado laboral débil y la crisis inmobiliaria prolongada.
DCN/Agencias