El maní es un alimento lleno de sorpresas. Aunque comúnmente se le agrupa con los frutos secos, en realidad pertenece a la categoría de legumbres, similar a las lentejas y la soja. Esta clasificación es notable y subraya su destacado perfil nutricional, que supera incluso al del huevo en proteínas.
En cuanto a su contenido, el maní aporta 25,8 gramos de proteína por cada 100 gramos, casi el doble de lo que proporciona el huevo, lo que lo convierte en una fuente clave de este nutriente esencial.
Integra el maní en la dieta diaria puede tener efectos positivos en la salud del corazón. Según una investigación publicada en el New England Journal of Medicine, su consumo regular podría reducir el riesgo de enfermedades cardíacas hasta un 29%. Esto se le atribuye a su contenido de grasas insaturadas, magnesio, cobre y resveratrol, que ayudan a disminuir el colesterol LDL (colesterol “malo”) y a aumentar el HDL (colesterol “bueno”). El resveratrol, un antioxidante natural presente en el maní, también protege a las células del daño oxidativo, ayuda a combatir el envejecimiento y mejora la salud de las articulaciones.
Gracias a su alta proporción de proteínas y fibra, el maní es ideal para quienes buscan controlar su peso o mantener la saciedad por más tiempo. Estos nutrientes ayudan a generar una sensación de plenitud, lo que puede resultar en una reducción del consumo excesivo de calorías. Sin embargo, debido a su densidad calórica, se aconseja consumirlo con moderación, limitándose a un puñado al día, aproximadamente 30 gramos.
El maní es una fuente excelente de nutrientes como la vitamina E, ácido fólico, niacina y manganeso. Estos nutrientes son esenciales para proteger las células del estrés oxidativo, mejorar el metabolismo y beneficiar al sistema nervioso. Además, el cobre presente en el maní es fundamental para la formación de glóbulos rojos y el mantenimiento de vasos sanguíneos saludables.
El maní es muy versátil; se puede consumir crudo, tostado o en forma de mantequilla. Para obtener el máximo de sus beneficios, se sugiere elegir versiones sin sal ni azúcares añadidos. Tostarlo aumenta sus antioxidantes, mientras que la mantequilla de maní es perfecta para batidos, tostadas o recetas dulces. A pesar de ser calórico, el maní no necesariamente engorda si se consume en cantidades moderadas. Investigaciones indican que incluirlo en una dieta equilibrada puede ayudar a regular el apetito y prevenir la obesidad, además de contribuir a mantener niveles saludables de colesterol y azúcar en la sangre.
DCN/Agencias