El presidente de Rumanía, Klaus Iohannis, anunció su renuncia este lunes en un intento de “salvar” al país, justo cuando el Parlamento iniciaba un proceso para suspenderlo. Esta decisión se da en medio de una crisis política acentuada por la anulación de las elecciones presidenciales programadas para diciembre por el Tribunal Constitucional.
Iohannis, quien dejará el cargo oficialmente este miércoles, mencionó que su salida es un movimiento sin sentido, ya que planeaba no continuar tras las elecciones de mayo. En un discurso, el mandatario subrayó que la inminente votación para su suspensión podría llevar a una crisis nacional y extranjera.
La dimisión ha sido interpretada como un intento de mitigar la creciente presión y descontento público hacia la clase política, en un contexto donde la ultraderecha, liderada por Calin Georgescu, ha tomado protagonismo, siendo él el favorito en las elecciones reprogramadas.
Iohannis consideró que la iniciativa de suspensión sería un obstáculo para las futuras elecciones presidenciales y cuestionó la lógica detrás de esta propuesta, sugiriendo que el proceso le haría ver a Rumanía como un “hazmerreír” internacionalmente. Mientras tanto, el líder del Senado, Ilie Bolojan, asumirá interinamente la presidencia hasta la elección de un sucesor.
La oposición ha criticado la permanencia de Iohannis en el cargo tras la decisión judicial de suspender las elecciones, ante alegaciones de interferencia rusa. La discusión sobre su destitución se llevará a cabo en el Parlamento, donde los conservadores de Unión Salvar Rumanía (USR) han apoyado la propuesta junto a partidos de la ultraderecha. Sin embargo, no cuenta con los votos necesarios para llevarla a cabo.
El candidato del oficialismo para las próximas elecciones, Crin Antonescu, calificó de “sabia” la decisión de Iohannis, resaltando que es preferible a un proceso de destitución. En contraste, el líder ultraderechista George Simon celebró la renuncia del “usurpador,” llamando a realizar la segunda vuelta de las elecciones que fueron canceladas.
En Bucarest, alrededor de 400 seguidores de Georgescu se congregaron sin permiso y enfrentaron a la policía al intentar romper el cerco en la sede del Gobierno. Estos manifestantes respondieron a un llamado del candidato, pidiendo el boicot a grandes comercios extranjeros y apoyando solo el comercio local.
DCN/Agencias