Desgarradora experiencia de un venezolano en Guantánamo: acusado de vínculos con el Tren de Aragua

Alerta 24 – Caracas, 17 de marzo de 2025. Jhoan Bastidas, un joven marabino de 25 años, vivió 16 días en la base naval de Estados Unidos en Guantánamo, Cuba, luego de ser deportado bajo la política migratoria del expresidente Donald Trump.

Durante su tiempo en Guantánamo, Bastidas estuvo bajo vigilancia constante, con raciones mínimas de comida y confinado en una celda de 7×13 pies, sin acceso a libros ni entretenimiento.

Tres semanas después de su regreso a Maracaibo, aún lidia con las secuelas de su experiencia y la etiqueta de presunto criminal que recibió de parte de las autoridades estadounidenses.

Bastidas es uno de aproximadamente 350 venezolanos deportados recientemente. De ellos, alrededor de 180 pasaron hasta 16 días en Guantánamo antes de ser enviados a Honduras y posteriormente a Venezuela por el gobierno de Nicolás Maduro. Esta acción forma parte de los esfuerzos de la Casa Blanca para llevar a cabo deportaciones masivas, supuestamente por la conexión de los migrantes con la banda criminal transnacional, Tren de Aragua.

El éxodo venezolano es una de las crisis migratorias más significativas en años recientes, con más de 7,7 millones de personas abandonando el país desde 2013. Muchos, incluido Bastidas y su familia, buscaron oportunidades en Perú y Colombia antes de intentar llegar a Estados Unidos.

Bastidas inició su viaje en noviembre de 2023, financiado por un hermano, con la esperanza de conseguir trabajo en Utah. Sin embargo, al entregarse a las autoridades en la frontera con México, fue detenido en El Paso, Texas, y trasladado a Guantánamo sin aviso previo.

Al llegar, reconoció el lugar únicamente al ver “Guantánamo” en el suelo, y en su celda no tuvo referencias temporales, viendo el sol solo cada tres días durante una hora. Él y otros detenidos esperaban que solo Dios los liberara de allí.

La Unión Americana de Libertades Civiles ha denunciado maltratos en Guantánamo, incluyendo intentos de suicidio de algunos detenidos. Un juez federal ordenó detener estas expulsiones bajo la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798, aunque la administración Trump ha continuado con los traslados.

Bastidas alega haber sido mal identificado como pandillero debido a sus tatuajes. Su padre mostró un tatuaje de estrellas como posible causa de la confusión.

Después de su liberación, Bastidas descansó y comenzó a laborar en un puesto de perros calientes en Maracaibo, buscando reconstruir su vida en una ciudad golpeada por la crisis. A pesar de todo, mantiene su fe.

DCN/Agencias

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