Alberto News – Caracas, 12 de marzo de 2025. José Daniel Simancas Rodríguez fue trasladado a un avión con las manos y pies esposados, amarrado a otros detenidos. Según relata, le dijeron que iba a Miami, pero tras horas de vuelo y un aterrizaje incierto, los pasajeros fueron llevados a un autobús cubierto de bolsas. En ese momento, empezó a sospechar que su destino era Guantánamo, el inicio de una experiencia traumática que se extendería por 15 días.
Simancas formó parte de un grupo de 177 venezolanos deportados por Estados Unidos hacia la base naval en Cuba, donde organizaciones de derechos humanos denunciaron las condiciones de detención. Él mismo describe su encierro, señalando que las instalaciones apenas contaban con una sábana y una almohada, y que la comida era escasa. Se sintió completamente aislado, acompañado solo por los gritos de otros internos. Durante ese tiempo, llegó a pensar en el suicidio.
El venezolano, de 30 años, reflexionaba sobre sus cinco hijos mientras lidiaba con el encierro y la incertidumbre, sintiendo que había perdido toda esperanza. En sus 15 días en Guantánamo, apenas pudo bañarse dos veces, siempre esposado y sometido a estrictas revisiones.
Simancas había llegado a Estados Unidos de manera irregular en mayo de 2024, tras un largo viaje a través de varios países, buscando una vida mejor. Asegura que fue tratado como un delincuente, enfrentándose a estigmas debido a su origen en Maracay y los tatuajes que porta.
Tras el traslado de los venezolanos desde Guantánamo a Honduras el 20 de febrero, Simancas fue repatriado gracias a un avión del gobierno venezolano. Al regresar, expresó su deseo de continuar trabajando en la construcción, dejando atrás el traumático intento de alcanzar el sueño americano.
DCN/Agencias