El papa Francisco no ha presentado nuevas crisis desde el pasado viernes 28 de febrero, cuando experimentó un broncoespasmo que complicó su estado respiratorio. Fuentes del Vaticano informaron que esta crisis no afectó otros órganos.
Tras una noche tranquila, el pontífice se despertó y realizó sus actividades cotidianas, como desayunar, tomar café y leer los periódicos. Sin embargo, su estado clínico sigue siendo complejo y el pronóstico se mantiene reservado.
El papa, de 88 años, ha estado hospitalizado en el hospital Gemelli desde el 14 de febrero debido a una bronquitis con infección polimicrobiana, que se complicó con neumonía bilateral. Hasta el momento, no ha tenido ninguna otra crisis desde la tarde anterior al broncoespasmo, el cual no impactó a otros órganos.
Esta crisis es diferente a la que sufrió el 22 de febrero. Los médicos evaluarán entre 24 y 48 horas el impacto de esta nueva crisis y determinarán si tiene alguna repercusión adicional en su salud, según lo informado el viernes.
La oficina de prensa de la Santa Sede indicó que el papa, quien lleva dieciséis días hospitalizado, tuvo una noche tranquila y estaba descansando durante la mañana. Aunque presentó signos de ligera mejoría en días anteriores, el viernes se reportó un nuevo episodio de broncoespasmo que causó un empeoramiento repentino. A pesar de ello, el papa respondió bien al tratamiento, aunque su pronóstico sigue siendo reservado.
El último boletín médico señala que Francisco tuvo una crisis aislada de broncoespasmo después de una sesión de fisioterapia respiratoria y oración en la capilla. Este episodio provocó vómito con inhalación, lo que llevó a los médicos a aspirar el fluido extraído de sus pulmones. Además, se le ha administrado ventilación mecánica no invasiva, mostrando buena respuesta en el intercambio de gases. Hasta ahora, el papa ha mantenido su lucidez y no ha sido intubado.
Días previos se había informado que había superado la fase crítica de su enfermedad.
T/CO con información de EFE.
DCN/Agencias