Solo vestía un boxer gris. Tenía un alambre en el cuello con el que lo estrangularon, y los brazos tatuados los tenían atados con otro pedazo de alambre y cinta adhesiva. Sus ojos estaban brotados, su cara hinchada y tenía varias ampollas causadas por el sol en todo el dorso, y es que desde el martes estaba sin signos vitales y abandonado en el paraje solitario.
«El salió el martes a las 2.00 de la tarde de su casa, acompañó a su madre al hospital de La Cañada donde trabaja y no regresó» contó un tío que se identificó como alberto Hernández.
El joven acostumbraba a llevar a su madre al trabajo y luego se iba a la casa de una vecina a pasar la tarde, «el martes mi hijo se quedó dormido, y cuando Ronaldo llegó nadie le abrió la puerta, por eso no sabemos que fue lo que le pasó» dijo la vecina que dijo ser como una tía para el adolescente.