La historia no es más que aquella ciencia que estudia el pasado del hombre y la humanidad, analizando los diferentes detalles que envolvieron su contexto, para que de esa manera logre determinar los aspectos que lo definen en la actualidad.
Por otro lado, puede decirse de igual forma que no es más que aquello que mucha gente suele aburrir y por ende desconocer, trayendo como consecuencia, la percepción incompleta o errónea de muchas cosas que al no saber de su pasado será imposible valorarlas en su justa medida, y la selección de Irán, es un ejemplo más que palpable de este desafortunado hecho.
El fútbol iraní ha sido históricamente uno de los más poderosos e importantes del continente asiático, del cual, sin embargo, solo se nos viene a la mente a la hora de hablar de selecciones, casi con exclusividad la de Japón, y la de Corea del Sur, aun cuando estas consiguieron importantes presencias solo de mediados de los noventa para acá. Y es que la historia de los iraníes en el balompié, consta de dos partes cuyo espacio divisorio, ha sido tan grande como ajetreado y doloroso.
Todo comienza en la década de los 70 cuando el combinado persa se transforma en la indiscutible potencia asiática, llegando a ganar tres copas de Asia de manera corrida, entre 1968 y 1978, consolidándose en este último año, al clasificarse por primera vez en su historia a una copa del mundo.
Si bien se pensaba que su evolución llegaría a planos importantes, esta indetenible línea ascendente se vio bruscamente frenada por situaciones extradeportivas. Y es que tan solo un año después del mundial, explotaría la controvertida revolución iraní y posteriormente, la violenta guerra contra Iraq, dos hechos que por todo lo dantesco que resultó ser, trajo como una de sus infinitas consecuencias, la trágica muerte del fútbol, en un país donde dicho deporte se vive tan intensamente como en cualquier otra parte del mundo.
Tendrían que pasar doce años para que este resucitara nuevamente, al clasificar en las categorías sub 20 y sub 17, selecciones iraníes que más tarde se convertirían en su mejor generación, llegando a su punto de ebullición al clasificar al mundial de Francia 98, y lograr su primera victoria (dos a uno ante Estados Unidos). Los Alí Karimi y Vahid Hashemian, materializaron la mejor era de este selección que si bien no volvió a conseguir una copa de Asia, llegaron a clasificar nuevamente a un mundial de fútbol, esta vez al de Alemania 2006.
La actualidad presenta a una escuadra persa que a pesar de contar con Javad Nekounam como único sobreviviente de dicha generación, demuestra el orden imprimido por su experimentado técnico Carlos Queiroz, y la calidad de una nueva camada de jóvenes iraníes como Dejagah y Shojei, quienes están dispuestos a dejar el alma en cada jugada, a sabiendas de que el pasado es de la historia, y solo el futuro puede ser suyo a través de un buen presente.
Fortalezas: Ideas claras y efectividad en el ataque.
Debilidades: Debilidad defensiva ante equipos de jerarquía.
Luis Orozco/@DiarioContraste