La oposición venezolana, que durante años aguardaba que el chavismo comenzara a zozobrar bajo el peso de sus propias contradicciones, llega al esperado momento dividida sobre cómo proceder para recuperar la democracia, con un polo empecinado en trabajar en una transición a largo plazo con tinte electoral y el otro convencido en que hay que mantener la presión en la calle para forzar ya la salida, dijeron analistas.
La división ha erosionado la popularidad del otrora líder indiscutido de la oposición Henrique Capriles, cuya jefatura máxima ha comenzado a ser disputada por el encarcelado dirigente opositor, Leopoldo López.
En el centro de las diferencias parece estar la interrogante sobre si el actual sistema político que gobierna Venezuela, con sus instituciones controladas en su totalidad por el régimen de Nicolás Maduro, aún puede ser usado por las fuerzas democráticas del país para impulsar una transición, o si la estructura ya está demasiado carcomida por un movimiento “autoritario” e “ilegítimo” que habría que echar a empujones porque no se iría voluntariamente por la vía electoral.
En torno a esa interrogante han emergido tres diferentes centros de gravitación, explicó desde Londres Diego Moya Ocampos, analista para América Latina de IHS Global Insight/IHS Jane’s.
“Tenemos tres grandes grupos, uno de ellos dirigido por la Mesa de la Unidad Democrática [MUD] y el partido Primero Justicia [liderado por Capriles]. Tenemos otro que comienza a emerger por el lado de Henri Falcón [actual gobernador del estado Lara] y tenemos a un segmento de la oposición, que es el de Voluntad Popular [dirigida por Leopoldo López], María Corina Machado, Antonio Ledezma y Diego Arria”, expuso.
Entre estos tres grupos hay dos visiones diferentes sobre cómo hacerle frente al chavismo, cuyo proyecto comienza a hacer aguas por la grave crisis económica que aflige al país.
“Por un lado tenemos a quienes le piden al gobierno que cambie de dirección, pero que acepta que es legítimo y que se mantenga en el poder hasta el 2019. Por el otro, tenemos a los que cuestionan la legitimidad del gobierno, calificándolo de corrupto y dictatorial, y exigen un cambio de gobierno”, explicó Moya.
Curiosamente, entre los líderes del primer grupo se encuentra Capriles, el candidato de la oposición que en abril del 2013 impugnó las elecciones presidenciales que un chavista Consejo Nacional Electoral (CNE) otorgó a Maduro.
Capriles en esa oportunidad declaró al régimen de Maduro ilegitimo, alegando que el chavismo se había robado los comicios. Pero el dirigente opositor este año moderó su posición, mostrándose dispuesto a reconocer la presidencia de Maduro y distanciándose de López y otros dirigentes que convocaron al país a salir a la calle para exigir la salida del régimen.
Esa postura terminó erosionando el liderazgo de Capriles dentro del campo opositor, comentó Marcos Hernández, presidente de la encuestadora Hernández Hercón.
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AR/DC/El Nuevo Herald