La crisis económica está llevando a los venezolanos a vivir sin champú y hojillas de afeitar mientras que las panaderías se están viendo obligadas a racionar el pan, ya que no hay dinero para importar harina y otros productos, pero el régimen de Nicolás Maduro está concentrando todos los esfuerzos en mantener con vida sus programas sociales, ya que su propia supervivencia podría depender de ello.
Analistas consultados dijeron que él régimen ve éstos programas –conocidos en Venezuela como Misiones– como esenciales para preservar la lealtad de los sectores de menos recursos, en momentos en que las últimas encuestas muestran que los pobres comienzan a alejarse del chavismo.
“Van a tratar de mantener las Misiones a toda costa; la supervivencia del régimen depende de ello”, dijo desde Washington Antonio De La Cruz, director ejecutivo de Inter American Trends.
“La gran pesadilla para el chavismo en este momento es la posibilidad de que los sectores D y E (los más pobres de la población) salgan a protestar. Es por eso que están dispuestos a hacerlo todo para preservar las Misiones, incluso hasta llegar el extremo de financiarlas imprimiendo dinero”, agregó.
La práctica está generando el extraño fenómeno de soltar dinero a la calle sin que los venezolanos estén encontrando maneras de gastarlo, pero el chavismo ve esa situación como un mal menor que puede tratar propagandísticamente, atribuyendo sus causas a la oposición.
“Más vale bolsillo lleno que supermercados repletos. Con los bolsillos llenos, al menos se tiene la expectativa de bienestar, sólo que no puedo gastarlo de debido al sabotaje económico de la oposición”, explicó De La Cruz.
A lo largo de sus 15 años de gobierno, el régimen bolivariano ha instaurado al menos 42 misiones que le han permitido canalizar dinero a los sectores de menores recursos, aumentando de esa manera la sensación de bienestar.
Algunos de esos programas han administrado inmensas cantidades de dinero, como la Misión Barrio Adentro, operado por personal cubano que buscaba brindar asistencia médica.
Otras, como la Misión Robinson y Ribas, son de carácter educativo y pretendía reducir los niveles de analfabetismo y la falta de escolaridad en el país, mientras que la Misión Gran Vivienda, pretendía aliviar la gran crisis habitacional.
Muchas de estas iniciativas buscaban complementar con servicios adicionales los grandes déficits de atención por los que atravesaban los sectores de menos recursos. Pero otras simplemente colocaban dinero en los bolsillos de los solicitantes.
Una de estas fue la Gran Misión Hijos de Venezuela que buscaba brindar asistencia económica a las jóvenes embarazadas.
“Muchas personas pensaron que esa Misión era una barbaridad. Buscaba ayudar a sostener económicamente a las jóvenes embarazadas y les daban una cuota mensual por cada hijo”, comentó desde París Natalia Brandler, profesora del Groupe D’ Éstudes Politiques Sur L’ Amérique Latine.
“Lo que se debía hacer es hacer uso de ese dinero para la educación, para darles entrenamiento para que tengan mejores oportunidades de formarse y conseguir trabajo. Pero no darles una beca por embarazarse, porque de esa manera se está incentivando el embarazo adolescente”, comentó.
DC/Nuevo Herald