La muy directa periodista venezolano, Marta Colomina, anunció este sábado a través de sus redes sociales que esta podría ser la última columna que escriba para el diario El Universal, aunque no aclaró las razones y no confirmó la hipótesis, vemos que soltó algunas perlitas con bastante picante.
El diario caraqueño fue vendido recientemente por lo que podría ser esta una de las razones para que Colomina retire de su columna dominical en este rotativo, cabe esperar a que salga la verdadera razón de este anuncio.
Lea la columna:
Maduro: peor no se puede
La popularidad del régimen sigue en picada: la crisis económica y social empeora a mayor velocidad que la caída libre del apoyo al inquilino de Miraflores y, por si fuera poco, la rebelión en la granja roja pide la salida de Maduro. La carta de Giordani alborotó al sector «intelectual» del chavismo, al que Maduro llama despectivamente «escribidores» e «izquierda trasnochada» y también indignó a muchos militantes. Alfredo Keller registra en su último sondeo que «ya no existe apoyo mayoritario al PSUV, al chavismo en general o al Gobierno, en ninguno de los sectores populares. Allí el régimen ha perdido la batalla y la mayoría de los sectores populares, D y E, están en contra». Otro encuestador, Hernández Hercon, coincide con Keller: el 88,44% de los estratos A y B (los de mayores recursos) dicen que la situación del país va muy mal; lo mismo señala un 73,95% del sector C (trabajadores) y 62,22% de las clases D y E, las de menores recursos. Los 5 estratos reconocen que la situación económica ha empeorado con Maduro (72,4%) y 73,2% dice estar convencido de que las cosas no mejorarán en los próximos meses. Con razón Nicolás, como todos los perdedores, «exhorta a no tomar en cuenta las encuestas».
Aunque los expertos (incluidos los temibles FMI y BM) indican que el Gobierno se va a ver obligado a un brutal ajuste económico (que va a derrumbar el escaso apoyo popular que le queda) lo cierto es que, a pesar de las sucesivas devaluaciones que han herido de muerte la calidad de vida de todas las clases sociales, Maduro lleva 17 meses sin concretar ese ajuste que le obligará a aumentar la gasolina; a reducir la abultada nómina pública (donde está buena parte del clientelismo electoral del chavismo); aumentar la gasolina (tema urticante si la sujeción de Maduro a los Castro le impide eliminar los 120 mil barriles diarios de petróleo que regala a Cuba) y decretar un cambio único que hará explotar la inflación en una bomba social incontenible. Con 32 ministros, Venezuela es el país con más ministerios y funcionarios públicos en el mundo «seguido por Burkina Faso, país africano con 31 ministerios. (Los viceministerios son más del triple). De 2002 a 2012, los trabajadores públicos pasaron de un millón 345 mil, a 2 millones 463 mil, según el INE. Desde esa fecha han seguido aumentando «a un promedio de 310 nuevos empleados por día». El caso de Pdvsa es patético: Chávez la recibió con 41 mil empleados y 3,5 millones de producción; hoy tiene 110 mil empleados, graves deudas y producción que ha caído a 2,4 millones, aunque Ramírez miente al decir que supera los 3 millones.
Hoy el sector privado está paralizado por el acoso oficial y la falta de insumos y el sector público quebrado por la ineptitud y la corrupción; desabastecimiento de alimentos (y caída de su consumo por la escasez y crecimiento de la pobreza. La venta de leche cayó más del 50%); carencia de medicinas, agua, electricidad (Monagas ha estado más de una semana sin electricidad, ni agua y los propios trabajadores de Corpoelec dicen que «el sistema eléctrico se está cayendo a pedazos». Baste decir que desde 2005 Tacoa carece de mantenimiento mayor); una salud pública que mata; inflación que ha convertido el salario en el más miserable del continente y una inseguridad criminal y vergonzante en un país militarizado cuyos uniformados han fracasado en todo, menos en aplicar represión y torturas a la disidencia y practicar una corrupción de la que el cantante y empresario Bertín Osborne nos dio pruebas esta semana. Hasta la Contralora General asegura que la «mayor corrupción está en el Gobierno y en el PSUV». Ante tan caótica situación Maduro declara que «vamos a cambiarlo todo para servir al pueblo». Y cuando muchos creyeron que la salida de Giordani significaría «el cambio» que el país requiere (el jueves se anunció extraoficialmente la salida de Ramírez de Pdvsa), Maduro nos anuncia que un dinosaurio aún mayor que el saliente, el cubano Orlando Borrego, asistente del Che Guevara, viceministro de Industrias y Azúcar (Cuba ya no cosecha zafra alguna) y otros cargos, sería el eje del equipo que prepara un conjunto de planes para hacer «una revolución total», (el economista cubano Mario Fernández declaró esta semana en Miami que Borrego habría salido hace años de cargos públicos por razones nada santas).
Maduro seguirá en picada, hasta su inevitable salida, si no entiende que los venezolanos no quieren «una revolución total», ni militares a quienes soborne para permanecer en el poder. Lo que quieren es un trabajo estable y digno; comida en su mesa; calidad educativa; hospitales y medicinas que curen sus enfermedades y seguridad que les garantice su vida.
Marta Colomina