El líder opositor venezolano reveló detalles de su día a día en la prisión de Ramo Verde. «Trato de aprovechar mi aislamiento y hago todo lo posible para que la cárcel no se me convierta en una frustración.
Leopoldo López, quien se encuentra privado de su libertad por estar acusado de «incitar a la violencia» en la protesta masiva del pasado 12 de febrero, fue entrevistado en la cárcel por el diario El Tiempo de Colombia.
«Cuando entré a prisión, uno de los coroneles me trató muy amablemente y me dijo ‘mire, aquí en la cárcel uno puede decidir dos cosas: crecer como preso o crecer como hombre’, y yo decidí la última, trato de aprovechar mi aislamiento y mi soledad para crecer. Estoy pintando, leo todo lo que puedo, escribo y hago todo lo posible para que la cárcel no se me convierta en una frustración».
En la entrevista dice que pinta animales a carboncillo y que ahora lo acompaña la lectura de un libro de Thomas Piketty, «El capital en el siglo XXI», además de uno de Germán Carrera Damas y otro sobre economía. Dependiendo de la narrativa, termina uno cada dos o tres días.
El miércoles pasado, el líder de Voluntad Popular afirmó públicamente: «Esto no es un juicio, sino un paredón de fusilamiento». Se mostró ofuscado luego de que la jueza Susana Barreiros rechazara nuevamente las pruebas de la defensa, durante la segunda audiencia del juicio.
«¿Qué sentido tienen el debate oral y público si sólo se admiten las pruebas de la Fiscalía para incriminarme y ninguna de las promovidas por nosotros para demostrar que el llamado a conquistar la democracia no constituye delito? Es absurdo. De nuevo se verifica la naturaleza política de este proceso y es necesario que todo el mundo lo sepa», expresó con indignación esta semana.
Volviendo a la entrevista de El Tiempo, la periodista que conversó con López en la cárcel (Valentina Lares Martiz) cuenta que por ser un recinto militar se escucha desde temprano los saludos oficiales entre las tropas: «¡Chávez vive!», grita uno. «¡La Patria sigue!», responde otro. «Es impresionante el nivel de ideologización de la Fuerza Armada», comenta serio Leopoldo.
«Allí debe mantenerse, y se mantiene, una apariencia de obediencia, de que se siguen las órdenes, pero al final todos somos venezolanos. Quienes me custodian terminan contándome cosas, que ganan menos de 150 dólares por mes, que la inseguridad está horrible, que no consiguen harina, aceite…».
También relata que el carácter político de su encierro es tal que una vez lo reprendieron por hacer ejercicios con una camisa naranja, el color de su partido político. Al llamado de atención le explicó a sus custodios que nada más político que los saludos matutinos aludiendo al fallecido Chávez. «Me respondieron, ‘bueno, y ¿cuál es el lema de ustedes?’. Al haber un ‘ustedes’ hay un ‘nosotros’, lo que deja claro que a la Fuerza Armada se la ha politizado a tal punto que no nos pertenece a todos. Solo les dije, me gustaría que el lema de todos fuera ‘Gloria al bravo pueblo’, como dice el himno nacional».
La rotación semanal de los custodios no permite mayor empatía, pero sí algún que otro gesto para aligerar el encierro. «El otro día le pedí a uno de los jefes que quería ver la película Libertador y bueno, a los dos días nos mandaron a la celda de Daniel (Ceballos), que tiene un televisorcito y vimos la película, un ‘quemaíto’, de esos piratas».
En el piso de arriba está justamente el alcalde de San Cristóbal, Daniel Ceballos, en el de abajo el alcalde de San Diego, Enzo Scarano, y quien era el jefe de seguridad de esa alcaldía, Salvatore Lucchese. Todos fueron expulsados de sus cargos por los tribunales, por lo que son los presos políticos más reconocidos del gobierno de Nicolás Maduro.
Fuente: Infobae