Alfonso Hernández Ortíz / Politólogo – Abogado / @AlfonsoZulia / dialogopublico@gmail.com
Durante las últimas semanas hemos seguido con detenimiento las declaraciones, opiniones y demás alocuciones que han realizado (los presidentes ejecutivos, secretarios generales y demás figuras importantes) de los partidos políticos que se agrupan en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) pareciendo realmente inaudito que el resultado del esfuerzo intelectual de las reuniones, discusiones, análisis y soluciones pensadas haya concluido en utilizar el término “encerrona” como frase estratégica para enfrentar la crisis de convivencia y liderazgo que atraviesa esta coalición partidista.
Según la Real Academia Española la expresión “encerrona” se refiere a una “situación, preparada de antemano, en que se coloca a alguien para obligarle a que haga algo contra su voluntad, como también una “ reunión de carácter político con el fin de concertar acuerdos secretos”; sin embargo no es de extrañar que los protagonistas mediáticos que representan la MUD, utilicen la palabra “encerrona”, ya que esa es su esencia natural (así actúan y así se expresan) ese ha sido el método aplicado a lo interno de sus grupos políticos para evaluar candidatos, nombres para cargos de gobierno y en petit comité ternas que encabezan las listas en las elecciones y puestos directivos.
Utilizar el término “encerrona” nos traslada a la partidocracia pura, donde un grupo de “eruditos” profesionales de la política, con predominancia absoluta se enclaustran para discernir a profundidad un tema en especifico; sin embargo el mayor punto de interés que ha aglutinado a la MUD ha sido el nombramiento de su nuevo Secretario Ejecutivo, viéndose obligados a nombrar a un ex militante masista (Cristóbal Fernández Dalo) hoy dirigente de Avanzada Progresista quien en su pasado reciente consideraba que Hugo Chávez garantizaba la estabilidad del país. Nombramiento que evidencia la necesidad de un punto contradictorio de equilibrio ante las profundas rencillas entre los radicales extremistas de derecha que personificaron el movimiento “La Salida” y los moderados de centro que han apostado al diálogo y a la vía institucional.
La semántica del discurso de los voceros improvisados de la MUD ha puesto al descubierto su incapacidad hasta para lograr una frase asertiva de Marketing Político distinta a lo que han llamado la “encerrona”, carente de estrategia política y comunicacional. Viéndose traicionados por su propio subconsciente, ya que aunque saben que se necesitan, no se digieren; aunque reconocen que la revolución está en su peor momento, no saben cómo debilitarla; aunque pretenden presentarse como un cuerpo colegiado fortalecido e integrado, sus debilidades y desavenencias quedan al descubierto; y aunque han tratado de establecer unas condiciones mínimas de subsistencia incomoda que les permita avanzar hacia el futuro, su pronóstico puede considerarse grave, delicado y reservado.
Ciertamente, mientras la MUD mantiene en sus “encerronas” la cabeza enterrada como el avestruz, incapaz de generar procesos incluyentes; cerrados a impulsar ejemplos de democracia a lo interno de sus partidos; mostrándose totalmente desarticulada, sin dirección alguna, desconectada del tema país, dirigiendo la crítica acérrima al gobierno, pero carentes de propuestas que logren conectarse con el descontento de los distintos sectores de la sociedad; emergen nuevos actores de la ciudadanía, distantes de la profesionalización de la política como forma de vida, cansados de la manipulación deliberada y maniquea basada en los principios dogmaticos e ideológicos que solo han contribuido a impulsar la xenofobia , los brotes de violencia, la exclusión y el revanchismo político alejado a una reconciliación nacional.
Se requieren generar espacios de discusión abiertos, de diálogo, en palabras de Toni Puig de participación ciudadana, es decir, de formar parte, codecidir, hacer y gestionar conjuntamente, cooperar, colaborar, comprometerse, de solidaridad, responsabilidad, sin esperar que sean los políticos los que actúen adoctrinando o estableciendo estrategias diferenciadoras entre unos y otros, ya que todos aspiramos una mejor calidad de vida y padecemos de los mismo problemas, lo que nos conlleva a asociarnos y buscarles soluciones como ciudadanos, como socios y voluntarios, capaces de crear nuevas formas de convivencia en un contexto diferente, donde más que ideologías, se logren alcanzar resultados, donde nacen las ideas y las practicas en torno al tema de la ciudadanía, contrarias a las “encerronas” de los caudillos de los partidos.
DC/ Abog. Alfonso Hernández Ortíz / @AlfonsoZulia / dialogopublico@gmail.com