De acuerdo a lo que ella misma señaló, el local, ubicado en Essex, Inglaterra, no le practicó las pruebas de rigor para conocer si la clienta tiene algún tipo de alergia a los productos.
El resultado: despertó a la mañana siguiente con los ojos severamente irritados, escozor en la piel y las pupilas inyectadas en sangre.
Cuando volvió a la peluquería, la víctima aseguró que le dijeron que su reacción era normal, pero sus síntomas se agravaron con el crecimiento de las ampollas.
Toda la experiencia fue desgarradora. Mi médico de cabecera me aconsejó volver al salón y pedirles que me quitaran las extensiones, pero no quisieron hacerlo y me recomendó ir a casa y tratar de sacarlos yo misma, contó la protagonista de la historia al diario inglés.
Me tomó cinco horas quitármelas todas sólo con agua y jabón, y fue una experiencia terriblemente dolorosa, aseveró.
DC/ Agencias.