La clase política venezolana se encuentra enfrentando una crisis producto del abandono de ideales gerenciales que logren proponer soluciones realizables a corto, mediana y largo plazo. Además de presentar indicadores alarmantes en lo económico, la ineficiencia viene acompañada con una pérdida de honestidad de los gerentes públicos de turno. Cada día se les cree menos a los políticos, gobernantes, funcionarios públicos, voceros del gobierno y de la oposición. Muchos ciudadanos se preguntan si los lujos, comodidades, privilegios de los cuales se rodean muchos funcionarios son producto de su salario o de los recursos públicos, al ver cuánto devengan mensual por su salario la pregunta queda aclarada.
Asimismo, al escuchar el discurso de muchos políticos, anuncios, promesas y evaluar los resultados, se evidencia la presencia de un alto grado de deshonestidad con los ciudadanos a quienes representan. En Venezuela, crece a diario la brecha de decepcionados tanto de los seguidores del gobierno como de la oposición, todos se encuentran en un gran dilema, creer o no creer, cada día se cree menos y eso puede traer altos niveles de abstención en procesos electorales futuros. En este sentido, l desglosar los estudios realizados en Venezuela sobre cómo ven los ciudadanos a sus líderes se percibe que se espera mucho mas de ellos y les gustaría contar con líderes honestos, sinceros, luchadores y autocríticos. La mayoría de los gobernantes al momento de asumir una campaña electoral para aspirar a un cargo de elección popular necesita de múltiples apoyos económicos, partidistas políticos que lo ahogan una vez que gane las elecciones sin lograr gobernar con autonomía y con un equipo humano eficiente, esos financieros y políticos se convierten en el gobernante del gobernante. Si a los políticos venezolanos se le aplicara la herramienta AMITAI/HONESTIDAD, usada por empresas para medir los grados de honestidad, lealtad, sinceridad, coherencia, soborno, robo, credibilidad y acoso sexual de sus empleados antes de ser contratados seguro muchos no pudieran optar a cargos de elección popular.
El populismo de izquierda y derecha presente en América Latina facilita el discurso deshonesto al momento de convencer a los electores de las clases populares a votar por propuestas pocos creíbles pero llenas de promesas que no resuelven disminuir los índices de pobreza y crecer la productividad, lo que facilita el trabajo a líderes que tienen buen discurso populista para hipnotizar seguidores y electores. Premiar a los malos y castigar a los buenos es una práctica común que se observa en la política nacional, todo aquel que se atreve a no coincidir con lineamientos del P.S.U.V. y de la M.U.D, se les quiere llamar traidor, olvidando lo que la gente aspira que se debe ser crítico para mejorar. La honestidad es un valor que cada quien decide si usarlo o no. Lo cierto es que a nadie le gusta que lo traicionen, roben, los ciudadanos sienten que ya es el momento que se administre los recursos públicos con honestidad y eficiencia, para lograrlo muchos ciudadanos también tendrán que revisar que tan honestos son al votar. “Lo que he encontrado durante mi experiencia ciertamente limitada en información política, es que el poder y la honestidad muy rara vez coinciden” Hunter S. Thompson”.
DC /S.H. Jesús Castillo Molleda / Profesor Universitario, Politólogo, Coach político, Locutor / jcastillo@fundacionzuliaproductivo.com / @castillomolleda