Dávila: ¿Por qué primarias?

Para anteriores procesos electorales la MUD, en teoría, acordó auspiciar tantas candidaturas de consenso como fuera posible y tantas primarias como fueran necesarias. Pero el método de escogencia vía primarias en algunos circuitos electorales fue más un saludo a la bandera que otra cosa. Para que esto no se repita, las primarias deben realizarse donde la realidad muestre que son una condición básica para avanzar.

 

Las primarias no son un capricho, ni una excusa para conectarse con la gente, tampoco para aparecer en la palestra pública; ellas son un método de escogencia que revitaliza la democracia al interior de la oposición y refuerza la unidad; permiten refrescar y renovar el liderazgo; evitan llevar a la Asamblea Nacional gente cuyo único fin es continuar haciendo negocios, sin importarle para nada el pueblo ni el país; contribuyen a escoger candidatos  con capacidad de deliberar en el parlamento, que no sean ni sordos ni mudos políticos, que surjan del acompañamiento de la gente y no paracaidistas que desaparecen como por arte de magia al llegar a la curul, tal cual sucedió con muchos de los diputados electos en el 2010, que nunca se conectaron con sus electores y tiraron por la borda sus compromisos. Otra fortaleza es que los ciudadanos participan en la escogencia de los candidatos y pueden discernir sobre sus propuestas programáticas, ya hay suficiente madurez como para que la gente elija por el contenido y no por lo que llaman imagen, acá se trata de escoger personas que confronten ideas y visiones acerca del parlamento que necesitamos, que ayuden a desenredar la madeja que armó este régimen anticonstitucional, que, tal cual huracán, ha destruido todo a su paso.

 

Somos aliados de las primarias, pero lo fundamental en el proceso para escoger los candidatos a la AN es la unidad, la amplitud y la inclusión. La unidad debe ser expresión genuina de la pluralidad y la diversidad de matices políticos, sociales, culturales y tendenciales que constituyen la Venezuela democrática, que favorece la inclusión de todas sus expresiones organizativas y políticas, que les reconoce el legítimo derecho a tener una representación a todos los partidos, a las organizaciones de la sociedad civil, a las personalidades independientes y a los líderes sociales a distintos niveles.

 

Los acuerdos no pueden ser el resultado de componendas basadas en intereses grupales, de quienes asumen la unidad de forma utilitaria e instrumental, como una relación matemática de votos que deriva en un reparto de candidaturas, que se fundamentan en ¿cuantos votos tienes?, ¿cuánto vales?; que abusan, avasallan e imponen sus candidatos, sin la más mínima consideración, sin ni siquiera observar las especificidades de cada proceso electoral. Peor aún es que en el bloque opositor hay factores que tienen en el discurso unitario una coartada para ocultar un proyecto hegemónico, sectario y excluyente, conducta que, por cierto, no es exclusiva de los actuales dueños del poder.

 

Una verdadera unidad reconoce las fuerzas, a quienes encarnan un compromiso social y expresan un proyecto de cambio; rompe con las decisiones centralistas y coloca oídos en cada sector, en cada localidad, esta visión no colide con el método del acuerdo y sobre todo en los circuitos donde el consenso gira en torno a un líder indiscutible, pero donde la diversidad de candidatos crea dificultades para el consenso, la clave es hacer primarias. No son los tiempos de los llamados portaviones que llevaban a espacios de poder a personas sin peso electoral propio, la realidad de hoy exige que cada candidato labre sus votos.

 

DC / Ing. Golfredo Dávila / Secretario General de Vanguardia Popular en el Zulia / @golfredodavila

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