El City se aferró, una vez más, a sus individualidades. Ventajas de formar un equipo a base de chequera. Sin Touré, Agüero o con Silva en el banquillo, apareció Nasri para contradecir ese dicho que afirma que todos los caminos llevan a Roma. El del Manchester City lleva a octavos de final de la Liga de Campeones gracias, entre otras cosas, al golazo de Nasri.
El talento del francés fue un oasis en el desértico juego de un City que se convierte en vulgar cuando Touré y Agüero no están presentes. Fue este el caso en el Olímpico de Roma. Los jugadores ‘citizen’ parecen haberse contagiado de su técnico y no debieron echar las cuentas bien antes de saltar al césped del estadio romano. Quizá pensaron que el empate sin goles les metía en octavos porque su juego especulativo y su falta de ambición ofensiva solo podían encontrar su razón en un error de cálculo.
En un partido de constantes alternativas, la Roma marcó los tiempos del partido. Aceptó la iniciativa y dominó el partido a su antojo, o eso creyeron los de Rudi García. El City vivió del contragolpe con un Dzeko fuera de forma y con las galopadas de Navas como único argumento convincente. Holebas, que vivió una pesadilla frente al extremo andaluz, tuvo la ocasión más clara de la Roma en el primer tiempo con un disparo a quemarropa ante Hart que el meta inglés salvó con agilidad.
Milner se mostró igual de errático al filo del descanso ante De Sanctis, pero la sensación seguía siendo la misma. Parecía que la Roma era quien necesitaba ganar. Y lo pareció hasta que Totti y Gervinho acabieron desapareciendo del partido. Entonces el City creció en torno a la figura de Nasri, que asumió galones ante la ausencia de las grandes figuras. Soltó un misil desde la frontal que golpeó con violencia en el palo de la meta romana antes de silenciar el Olímpico. El francés apartó la losa que asfixiaba al City en su versión europea y le enseñó el camino a octavos.
Zabaleta no da opción al milagro
Fueron vanos intentos los de Rudi García desde el banquillo por cambiar el cruel destino de sus hombres. La entrada de Iturbe, Destro o Florenzi no atenazó a un City cada vez más seguro de su papel en este partido. Cerró filas hasta que Zabaleta, previo pase de Nasri, remató las esperanzas italianas. Demasiado castigo para una Roma a la que únicamente le faltó algo de mordiente arriba para superar esta primera fase. Alguno se acordará del gol de Berezutsky en Moscú… y otros de las cuentas de Pellegrini en las que el City ya estaba eliminado. Siguen vivos, y en febrero la historia puede ser bien distinta.
Marca | DC