El Nápoles resucitó una y mil veces en Doha para levantar la Supercoppa de Italia y derrotar a la Juve en una eterna tanda de penaltis. Los de Benítez remontaron hasta en dos ocasiones en un duelo de goleadores espectacular entre Tévez e Higuaín, autores ambos de sendos ‘dobletes’. Ya en la lotería de los once metros, el Nápoles sobrevivió a la exhibición de Buffon para alzar el título.
Una vez tras otra, la fe del equipo de Benítez recuperó a un equipo vencido. En dos ocasiones durante el tiempo reglamentario. Otras tres en una tanda de penaltis en la que Buffon detuvo la pena máxima a Jorginho, Mertens y Callejón. De nada sirvió para frenar a un Nápoles inmortal. Justo sufridor, merecido vencedor en una final para el recuerdo.
El Nápoles dejó ver desde el primer momento que quería el título, dispuesto a discutir el favoritismo de una Juve superada por el agresivo arranque napolitano. Un comienzo contrarrestado rápidamente por el gol de Tévez. O más bien por el regalo de la defensa del Nápoles. Albiol y Koulibaly chocaron en un balón dividido al que partían con ventaja y el ‘Apache’ se encontró con un balón franco para superar a Rafael en la salida.
Le costó a los de Benítez sobreponerse a tan duro golpe pero lo hicieron a través de Hamsik. El eslovaco fue el mejor de los napolitanos en los 90 minutos. Y un disparo suyo, repelido por el palo, fue el primer aviso serio de un rival que siempre creyó en la remontada. Y si los de Benítez se apoyaron en Hamsik para encontrar esperanzas, una apática Juve se aferró en exceso a las combinaciones entre Llorente y Tévez con balones en largo sobre el espigado delantero español.
El Nápoles crecía con el paso de los minutos y su dominio se acentuó tras el descanso. La Juve especuló con el resultado y lo terminó pagando. No sería porque no avisó el Nápoles, errático en la definición. Callejón primero, con un mano a mano, e Higuaín después con una vaselina que se topó con el palo, adelantaron lo que sucedería poco después.
Como si fuera una señal, Allegri decidió quitar a Pirlo y dar entrada a Pereyra, y el Nápoles empató en la siguiente jugada. Una buena internada de De Guzmán acabó con el certero cabezazo de Higuaín superando a Buffon. El gol del ‘Pipita’ fue lo único que despertó a los de Allegri de su letargo. Apenas le bastaron quince minutos de lucidez para disponer de varias ocasiones claras para evitar la prórroga, pero ni Tévez ni Llorente consiguieron finalizar con acierto. Ambos parecían prepararse para los penaltis pero el partido estaba roto.
La locura de los penaltis
Demasiados kilómetros en las piernas y un año intenso que terminaba demasiado lejos de casa. De ahí que la prórroga fuera una oda al fútbol ofensivo donde ambos intercambiaron golpes sin miramientos. El más letal, era previsible, lo soltó Tévez tras una gran maniobra de Pogba.
No bajó los brazos el Nápoles y tampoco Buffon, salvador con dos intervenciones prodigiosas en los últimos instantes. También le echó un salvavidas el colegiado Valeri al obviar un claro penalti de Chiellini sobre Higuaín en el último suspiro. Pero aún quedaba otra más, aún la fe del Nápoles encontraría recompensa. En un balón dividido dentro del área, Higuaín confirmaba su condición de goleador y mandaba el partido a los penaltis.
Allí las estiradas de Buffon, hasta tres de gran resultado, se mezclaron con el perdón de los jugadores de la Juve y la inquebrantable voluntad de un Nápoles que quiso más el título que su rival. Su fe pudo con el poder de la ‘Vecchia Signora’ en Doha. Una manera inmejorable de cerrar el año para los de Benítez.
DC | Marca