Un mes y tanto atrás, comenzó a rodar la versión de un coronel torturado y fallecido en un organismo de seguridad del Estado. Persistente la noticia en las redes sociales, tardó quizá dos o tres días en desaparecer definitivamente, ante la desconfianza generalizada por el presunto y grave acontecimiento que no precisaba a los denunciantes, ni suscitaba una reacción de familiares o relacionados.
Nos preguntaron al respecto y preferimos actuar con cautela, pues, siendo limitadas nuestras fuentes de información, no quisimos tampoco arriesgarnos al posible peine que los servicios de contrainteligencia suelen tender. Existe una febril generación de mensajes, frecuentemente interceptados y modificados, destinados a la invención de sucesos públicos y privados que tienen por objetivo la dislocación de todo esfuerzo opositor.
Más acá, gozando el llamado de un variado diseño gráfico, a veces, suspicazmente cuidadoso, circuló el anuncio de un paro nacional, contundente y definitivo, para el 12 de los corrientes del que no teníamos la más mínima información y que la propia secretaría ejecutiva de la Mesa de la Unidad luego desmintió. Una empresa más ambiciosa, las fracciones gubernamentales que pugnan por el monopolio de la dirección del Estado, urgen de escenarios que puedan legitimarla ante sus propios seguidores, desesperados como todos por el desabastecimiento, la inseguridad personal y el desempleo real y campante.
Crítica de la razón viral, debemos estar atentos a los rumores que tienen una segura facturación gubernamental, pues, no otro es el interesado en propiciar eventos que, repentinamente, desconcierten a la propia oposición. Ésta amerita de una confiable, participada y coherente conducción política: vale decir, de una racionalidad indispensable que evite el desliz oportunista y tremendista – incluso – de los más ortodoxos que suelen también pecar de una insólita impericia política.
UNA COLETILLA: EL ZAPATÓFONO
A la bancada oficialista le falta imaginación, pues, con motivo del debate parlamentario de la presunta legitimación de los poderes, faltándole argumentos, repitió la misma fórmula: ofender a la oposición y asegurar que sus miembros esperan obedientes las órdenes telefónicas que le impiden actuar y votar libremente. El énfasis telefónico o – mejor – zapatofónico del que hacía gala el Super-agente 86, dice relevar a los gubernamentales de sus responsabilidades. No precisan al autor de la llamada y, los más avisados, se aventuran con Washington. Al mentir al país, se engañan a sí mismos mediante el subterfugio más inaudito y atrevido que se les ocurre.
OTRA COLETILLA: DOS CONFERENCISTAS
Nos satisfizo la versión de Arturo Sosa sobre lo que hoy ocurre en Venezuela (https://www.youtube.com/watch?v=203ueL8FhWU), pues, hay que subrayarlo, había callado por mucho tiempo a pesar de encontrarse en el difícil estado Táchira, ejerciendo una rectoría universitaria. Nos identificamos con su interpretación, por ejemplo, el rentismo o la lógica militar que le da visos de dictadura al régimen, aunque discrepamos de la caracterización general que hace del movimiento estudiantil o de la oposición. La prudencia de los últimos años contrasta con la pública vehemencia de décadas anteriores. E, igual y paradójicamente, nos satisfizo la clase magistral de Juan Carlos Monedero, nada más y nada menos sobre la teoría del Estado (https://www.youtube.com/watch?v=0VXoxXYVMzQ), ya que el literal, ocurrente y confuso mitín que despachó en Venezuela, refuerza nuestras legítimas convicciones en torno al proyecto que cursa. Recomendamos con paciencia escuchar al insigne ideólogo de estos extravíos actuales.
DC / Luis Barragán / Diputado AN / @LuisBarraganJ