El 23 de enero de 1958 comienza a ejecutarse el pacto de Punto Fijo, este 23 de enero de 2015 se pondrá a prueba nuestra maduración política, para construir un nuevo pacto entre los venezolanos, cuyo primer paso es la reconciliación. Al juzgar por el verbo y la conducta de los jerarcas del poder, tendrá que ser un proceso librado fundamentalmente en el seno del pueblo.
Si en aquel momento hubo necesidad de un pacto político fundamentado en la construcción de un modelo de democracia representativa, que devino en el llamado bipartidismo de AD y COPEI y que en el transcurrir del tiempo se deterioró y se agotó, hoy, como consecuencia del fracaso estruendoso del régimen actual, es tarea de primer orden para la sociedad democrática, reconciliar a la familia venezolana e iniciar un nuevo pacto social y político de largo aliento, que vaya más lejos de un reacomodo partidista y que se desmarque de la polarización. Se trata en principio de un gran acuerdo que incluya a los trabajadores, los profesionales, el movimiento estudiantil, los intelectuales, la sociedad civil organizada, las ONGs, los empresarios, los productores del campo y la ciudad, la base social chavista, las organizaciones comunitarias en todas sus expresiones, las iglesias y los partidos políticos. Estas son las fuerzas motrices para llevar acabo la unidad nacional. Es básico entender lo señalado, estaríamos fritos si la dirigencia política sigue actuando a la vieja usanza.
No puede verse la reconciliación con prejuicios, los que piensan que con ella se eludiría la justicia contra los corruptos, contra los que han hundido al país, o contra el crimen y la violencia no han entendido su propósito, todos sabemos que los crímenes y los actos de corrupción no prescriben. Cuando se llama a reconciliar la familia venezolana, es porque sin darnos cuenta, caímos en la trampa de la división y la polarización, con las que sólo se beneficiaron las hegemonías, esta obra politiquera fue inducida por los corruptos para atornillarse en el poder, además muy en el fondo de nuestras conciencias tenemos que admitir que no hubo ni hay razones para estar confrontados y que nunca hubo un fundamento para el odio entre sectores del pueblo que siempre han padecido las mismas calamidades.
El llamado a la reconciliación tiene su base en aquel principio de la democracia, que es el respeto por el otro, la aceptación y reconocimiento del otro en su dignidad y en la diferencia, esta es la premisa para entendernos en cualquier proceso. Como quiera que viene una transición y para que esta tenga éxito, el liderazgo del país tiene que actuar con prudencia, con sagacidad para poder aislar los extremos de un lado y otro, que en el corto plazo no estarían en capacidad de asumir un cambio con moderación. Se dice esto por cuanto, sectores minoritarios del campo opositor interiorizaron tanto la violencia que asumen conductas similares a las de los representantes del régimen. No nos extrañe que el G2 cubano infiltre esos grupos para azuzar acciones que terminen por favorecer al poder. Están fuera del poder y descalifican e insultan a todo aquel que piense distinto a ellos, o a quienes tengan el menor rasgo de cordura y paciencia; le dicen traidor a todo aquel que llama a la protesta pacífica y democrática, ¿cómo actuarían con cierto poder?
EL pacto para este 23 de enero tiene su base en el respeto y en el propósito de conversar, en la aceptación de nuestras diferencias, en hacer hincapié en las coincidencias para llegar a acuerdos y en convencernos que todos somos necesarios para sacar este país del caos.
DC / Ing. Golfredo Dávila / Secretario General de Vanguardia Popular en el Zulia / @golfredodavila