La Cámara Baja de Brasil eligió como su presidente para los dos próximos años al diputado Eduardo Cunha, un legislador de un partido oficialista pero cuya candidatura era rechazada por el gobierno por defender una mayor independencia del Legislativo frente al Ejecutivo.
La victoria de Cunha supone la primera derrota en el Congreso sufrida por la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, desde que asumió el 1 de enero pasado su segundo mandato de cuatro años tras su reelección en octubre.
El nuevo presidente de la Cámara de Diputados, integrante del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), obtuvo el apoyo de 267 de los 513 miembros de la Cámara Baja en una votación secreta realizada tras intensas negociaciones políticas.
Su principal rival, Arlindo Chinaglia, dirigente del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), la formación de Rousseff, y que era abiertamente apoyado por el Gobierno, obtuvo 136 votos.
En tercer lugar quedó el diputado Julio Delgado, del opositor Partido Socialista Brasileño (PSB), con 100 votos, y en último el izquierdista Chico Alencar, del también opositor Partido Socialismo y Libertad (PSOL), con sólo 8 sufragios.
Pese a ser un importante dirigente del PMDB, la mayor fuerza electoral de Brasil y el principal aliado del Gobierno en el Congreso, Cunha siempre ha sido considerado como un adversario por parte del Gobierno y Rousseff siempre lo ha mantenido a distancia.
En un intento de evitar la victoria de Cunha, el Gobierno intervino directamente en la elección mediante el envío de ministros a la Cámara Baja para intentar negociar apoyos a Chinaglia.
En el discurso que pronunció tras su elección como presidente de la Cámara de Diputados, cargo que lo convierte en el segundo en la línea de sucesión del jefe de Estado después del vicepresidente, Cunha negó que pretenda ejercer oposición al Gobierno pero dejó clara su independencia.
«No haremos oposición pero no seremos sumisos», dijo el diputado al referirse a su posición frente al gobierno.
El legislador también aclaró que no adoptará represalias contra el gobierno pese a la campaña contra su candidatura. «Quiero transmitir una palabra de tranquilidad y decir que no hay intención de represalias pese a que fuimos testigos de un claro intento de interferencia del gobierno. Pero el Parlamento supo reaccionar y reaccionó con su opción por un presidente independiente», dijo.
El principal temor del gobierno es que Cunha refuerce la oposición desde un cargo en el que puede crearle grandes dificultades al Gobierno.
El presidente de la Cámara Baja tiene gran poder para definir lo que entra y no entra en la pauta de votaciones del Congreso, además de ser el responsable por autorizar la apertura de procesos políticos contra altas autoridades, incluyendo el jefe de Estado.
Su elección se produce en momentos en que sectores de la oposición amenazan con solicitar la apertura de un proceso político para despojar a Rousseff del mandato por su supuesta responsabilidad en los millonarios desvíos que han sido descubiertos en la petrolera estatal Petrobras.
Esta será la primera vez que el PT tendrá que convivir con un presidente de la Cámara Baja adverso desde que asumió el poder, primero con Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) y después con Rousseff.
La victoria de Cunha igualmente se produce en momentos en que los analistas prevén que Rousseff, que continuará contando con apoyo mayoritario en el Congreso pero sin la amplia ventaja que tenía, enfrentará mayores resistencias en el Congreso no sólo por el fortalecimiento de la oposición sino por el estrecho margen de votos con que venció al senador socialdemócrata Aécio Neves en la segunda vuelta de las presidenciales.
El PT se mantuvo como la primera minoría en la Cámara Baja en las elecciones de octubre pasado pese a que su número de diputados cayó desde 88 en la legislatura pasada hasta 69 en la que asumió hoy, y el PMDB se mantuvo como la segunda mayor formación pese a que su número de legisladores también cayó: desde 71 hasta 65.
Poco antes de la victoria de Cunha, el Senado reeligió como su presidente al senador Renán Calheiros, dirigente del PMDB que ha sido un aliado fiel del Gobierno pero cuyo nombre ha sido citado en varios escándalos y que en 2007 tuvo que renunciar a ese cargo en medio de un proceso de corrupción.
Calheiros contó con el respaldo del gobierno en su elección como presidente del Congreso Nacional.
Este domingo, con el inicio de la 55ª legislatura del Congreso brasileño, tomaron posesión los 513 miembros de la Cámara de Diputados elegidos en octubre y los 27 senadores con que el Senado renovó la tercera parte de sus integrantes.
DC | EFE