Venezuela debe ser el país peor gobernado del planeta. El periódico «The Daily Telegraph» de Londres describió el desastre en un reciente reportaje montado sobre ocho gráficas espeluznantes.
En el 2015 la economía se contraerá en un 7% del PIB. Los venezolanos serán notablemente más pobres y tendrán menor capacidad de consumo.
La inflación es la más alta del mundo. Los expertos de Caracas Capital Market la sitúan en un 120% anual. Como la productividad es bajísima y el aumento de los salarios no compensa, la vida cotidiana será mucho más cara.
El bolívar, la moneda nacional, tiene varios cambios. Oficialmente, está a 6,30 por dólar. En realidad, se acerca a los 190 en el mercado negro. La diferencia es el modo más directo de enriquecer a los corruptos boliburgueses. Compran a 6.30 para importar, usan una parte yrevenden clandestinamente la otra. En pocas horas cualquier idiota con conexiones puede hacerse millonario.
El valor promedio del barril de petróleo hoy está un 50% por debajo del precio que tenía en enero de 2014. Eso es gravísimo en un país cuyoingreso en divisas depende en un 96% de las exportaciones de crudo. Añadiéndole sal a la herida, la producción de PDVSA disminuye y anda por los 2.4 millones de barriles diarios, cuando debería estar produciendo entre 4 y 5. Esto sucede por una mezcla de incapacidad y falta de inversiones.
El gobierno en el 2014 importó bienes y servicios por un monto de 60.5 mil millones de dólares y exportó petróleo cobrable (hay otro previamente comprometido) por treinta y nueve mil millones. La diferencia, claro, se convirtió en parte de la deuda y es una de las razones que explica el desabastecimiento. No tienen divisas para importar los insumos que necesita un país en el que el chavismo ha diezmado a la clase productora y ha cerrado siete mil empresas de todos los tamaños.
Venezuela probablemente no pueda afrontar el pago de la deuda y tenga que declararse en quiebra, de acuerdo con las sombrías predicciones del Banco Mundial. Este año la nación tendrá que abonaronce mil millones de dólares en intereses y obligaciones, y carece de liquidez para pechar con ese compromiso. En el 2016 le volverá a suceder lo mismo. La quiebra, posada como un buitre sobre los tejados de los bancos, le encarecerá notablemente las líneas de crédito.
Venezuela se calcutiza, pero con un agravante, las ciudades no sólo están cada día más sucias y llenas de escombros: el crimen es la principal causa de muerte. Ni el cáncer ni los infartos, ni los episodios cerebrales, por separado, matan tanto como lo que en ese país llaman «los malandros».
El año pasado fueron asesinadas 25.000 personas y el 94% de esos crímenes quedaron impunes. Es menos arriesgado pasearse con un ejemplar de «Charlie Hebdo» en las manos por las calles de Damasco que ir a comprar el pan en Caracas. Tal vez no haya pan, pero seguramente encontrarán maleantes.
El gobierno, además, ha armado y convertido a los delincuentes en milicias paralelas para controlar, acosar y, si es necesario, dispararle a la oposición, como se ha visto en cien vídeos exhibidos por internet. Cuando no persiguen a los opositores, persiguen los anillos, billeteras y relojes de los aterrorizados ciudadanos.
Una buena parte de la vida del venezolano -sobre todo de las mujeres- transcurre en las colas a la búsqueda y captura de cualquier objeto necesario: comida, medicinas, útiles de aseo personal. A veces hay peleas por unos muslos de pollo o por unos cartones de leche. Cada día que pasa faltan más objetos. El papel higiénico se ha convertido en una obsesión nacional. En Miami, los exiliados venezolanos, en venganza, han hecho imprimir miles de rollos con la cara de Maduropara darle su fétido merecido al presidente.
En esta atmósfera no es extraño que los venezolanos más educados quieran marcharse del país. Ya lo ha hecho, afirman, millón y medio.Se les ve, laboriosos y eficientes, en España, Panamá, Colombia, Ecuador y Estados Unidos.
Torre de David, el Wall Street de la miseria