Límites (Parte I), por Raúl Parra (@RaulParraT)

Imagina que alguien te diga: Cuida este terreno con diligencia, porque te haré responsable de lo que suceda aquí… Pero esa persona no te dice cuáles son los linderos o límites de esa propiedad ni te da los medios para protegerla. Esto no solo sería confuso, sino hasta potencialmente peligroso.

 

En el mundo físico, los límites son fáciles de ver. Ejemplos de ellos son las cercas, las vallas, los muros. Cualquiera sea, el mensaje que transmiten es el mismo: Aquí comienza mi propiedad. Y el dueño de esa propiedad es el responsable legal de lo que acontezca dentro de ella.

 

En el mundo emocional y espiritual los límites son así de reales, aunque menos visibles. Los límites son líneas que te definen como persona. Te enseñan lo que eres y lo que no eres. Te muestran dónde terminas tú y dónde empieza otro. Te dan un sentido de propiedad. Te muestran de qué eres responsable y de qué no. Por ejemplo, tú no eres responsable por la conducta de otras personas, pero ¡cuánta energía la gente suele gastar intentando controlarlas! Necesitas definir y reconocer esos límites intangibles o invisibles como una realidad que puede aumentar tu amor por Dios, por ti mismo, y hasta llegar a salvar tu vida.

 

Dios y los límites

 

El concepto de límites proviene de la naturaleza misma de Dios. Él se define como un ser único e independiente, responsable de sí mismo, al decirnos lo que piensa, siente, planifica, lo que permite y lo que no permite, lo que le agrada y lo que le desagrada.

 

También se define como diferente de su creación y de nosotros. Escuché decir a un líder, en una arenga política, que Dios es sol, es luna, es árbol; su pretensión es que lo creado se mimetiza con Dios. Nada hay más lejos de la realidad. Dios se distingue de lo creado, Él nos dice lo que es y lo que no es. Nos dice que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Nos dice que es amor y que no es oscuridad.

 

Ejemplos de límites

 

La piel

 

La piel es el límite principal que nos define. Y lo primero que nos ayuda a diferenciarnos de los demás. De pequeños, aprendimos con las caricias de papá y mamá, que somos distintos a ellos. El límite de la piel tiene aberturas para que entre lo “bueno”, como el alimento, y para que salga lo “malo”, como los desechos. La piel protege nuestra sangre y huesos.

 

Cuando la gente dice: “Tengo que salvar mi pellejo” metafóricamente afirma que quiere resguardar que sus límites personales no sean violados. De allí que las víctimas de abuso físico o sexual suelen tener el sentido de los límites empobrecido: debido a que otras personas invadieron su propiedad  e hicieron lo que se les antojó, las personas abusadas tienen dificultad para establecer límites cuando llegan a la edad adulta.

 

Las palabras

 

Con tus palabras puedes crear cercas protectoras sólidas. La palabra más demarcadora de un límite es “no”. Ser claro sobre tu no y tu sí, es un tema recurrente en la Biblia. Jesús dijo: Cuando ustedes digan “sí”, que sea realmente sí; y cuando digan “no”, que sea no… (1)

 

Si manejas límites débiles y, por tanto, tienes mucha dificultad para rechazar el control, la presión, y las exigencias desmedidas de otros. Si sientes que al decir no a alguien pondrás en peligro la relación con esa persona, y sumiso, accedes a sus peticiones, aunque te perjudiques y en tu fuero interno te resientas, debes enfrentar a esa persona que quizás amas, diciéndole: ese comportamiento no es aceptable… no participaré. Un no enfrenta y establece límites en caso de abuso. Tus palabras permiten que la gente conozca tus opiniones. No me gusta que me grites, transmite un claro mensaje acerca de cómo te relacionas y haces sentir tus reglas. Culminaremos en la próxima entrega.

 

Mateo 5:37ª (NVI)

 

DC / DC / Raúl Parra / rlpt10@yahoo.es / @RaulParraT

 

 

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