La deplorable visita de la comisión de Unasur que encabeza el secretario general y ex presidente de Colombia, Ernesto Samper, cuyos antecedentes y declaraciones antes y después de la misma, ha dejado un agrio sabor a fraude en la Venezuela democrática. Este señor se ha identificado plenamente con el régimen de Maduro y Cabello, acepta tácitamente la existencia de poderosos tentáculos de organizaciones narcoterroristas en el alto gobierno, se hace eco de la cantaleta oficialista calificando de golpista a la oposición, no dice ni hace algo a favor de las decenas de presos políticos, de torturados y exilados, quienes sufren de acoso y persecución, ni con relación a las decenas de medios de comunicación cerrados, apropiados indebidamente o autocensurados por temor a represalias. Tampoco escuchamos respaldo al aparato productivo privado, ni preocupación por la inseguridad de las personas y de los bienes o algo positivo, en cualquier sentido, que contribuyera a mantener viva la esperanza con relación al presente y futuro de la nación.
Sin embargo, esperábamos más del trío de cancilleres que lo acompañaron. Especialmente de María Ángela Holguín, canciller de Colombia y ex embajadora de ese país en Venezuela. Conoce en profundidad la realidad nacional y la verdadera naturaleza de los problemas entre ambas naciones. De Mauro Viera, canciller brasileño y de Ricardo Patiño, ecuatoriano, tengo pocas referencias pero no me sorprende que formen parte del elocuente silencio de su presencia entre nosotros.
Alexander Solzhenytsin dijo hace bastante tiempo que “El comunismo sólo se detiene cuando encuentra una muralla”. En Venezuela esa muralla es la resistencia civil. El descontento creciente y masivo que existe en todos los sectores, la avalancha de protestas y manifestaciones, paros y huelgas circunstanciales, denuncias a granel sobre atropellos selectivos y generalizados que el régimen se empeña en minimizar o silenciar todo lo cual unifica a la nación en el objetivo del cambio de régimen, incluida la renuncia o remoción de los responsables de la violación sistemática de una Constitución maltrecha.
No se trata de estimular golpe de estado alguno, pero las fuerzas armadas entienden, cada día con mayor claridad, el objetivo moral y político de la nación. Democracia y no dictadura. Libertad y no tiranía. Civiles y militares marchamos en la misma dirección, cada quien a su ritmo y medio de sus circunstancias. La noche muere. Pronto amanecerá.
DC / Oswaldo Alvarez Paz / Ex Gobernador del Zulia / oalvarezpaz@gmail.com / @osalpaz