Cristiano Ronaldo revela con sus actitudes revelan su estado de ánimo, previo al encuentro con el Barcelona por la Liga BBVA. Manotazos contra el césped, algún que otro grito, brazos en la cintura contrariado, lamentaciones por no marcar o desaparecer cuando el resto de jugadores del Real Madrid saludaban al público del Bernabéu, fueron algunos de los gestos que mostraron la frustración de Cristiano Ronaldo, un futbolista que lleva varios meses sin ser el que ganó un Balón de Oro hace tres meses.
«Ser Cristiano Ronaldo es complicado porque lleva marcando un nivel muy alto durante muchos años. Acostumbra a marcar sesenta goles y cuando marca cuarenta se mosquea. Le conocemos y no se le puede reprochar ningún gesto que haga, a no ser que sea contra algún compañero. Son contra sí mismo», dijo Sergio Ramos del estado anímico de Ronaldo después del partido que el Real Madrid ganó al Levante 2-0.
No son palabras de un jugador cualquiera. Vienen de Sergio Ramos, uno de los capitanes y de los pesos pesados del vestuario del Real Madrid, que volvió a jugar después de un tiempo lesionado.
La película cambió después de los noventa minutos. Por un lado, Sergio Ramos ejerció de capitán y reunió a sus compañeros en el centro del campo para aplaudir al público del Bernabéu. Por otro, Cristiano Ronaldo se alejó hacia el vestuario sin comparecer en el centro del campo junto al resto.
Si Iker Casillas tuvo que obligar a Cristiano Ronaldo a hacerlo contra el Schalke, Ramos no fue capaz. Y es que, el partido acabó con el portugués desquiciado por su mala suerte ante el gol, por sus fallos y por una leve pifia que un sector del público del Bernabéu dedicó a Cristiano Ronaldo en el minuto ochenta.
Eso volvió a enfadar al jugador portugués, de quien Ramos asegura estar peleado con él mismo. Puede ser verdad, pero sus detalles no ayudan a verlo así. Es posible que la imagen que proyecta sea la de un delantero que piensa más en sí mismo que en el colectivo. Y eso durante el partido con el Levante se vio en varias ocasiones.
Por ejemplo, tras el primer gol de Gareth Bale. El tanto del galés, en el minuto 18, llegó precedido de un remate de chilena de Cristiano que sacó bajo los palos el defensa del Levante Iván Ramis. El rechazo lo recogió su compañero para abrir el marcador con una volea que mandó el balón a la red de la portería del Levante.
Bale celebró su tanto con rabia, golpeando el banderín de córner y llevándose las manos a los oídos para silenciar a sus críticos. Pero estuvo arropado por sus compañeros, que fueron a celebrar con él su reencuentro con el gol. Mientras, Cristiano Ronaldo, ajeno a esa fiesta, dedicó su tiempo a mover los brazos en una señal de desaprobación consigo mismo.
Después, la escena fue más cruel. En una jugada ensayada remató a portería y Bale desvió la trayectoria del balón ligeramente. Cristiano Ronaldo corrió a celebrar un gol que no era suyo y su grito gutural se quedó a medias. El tanto era de su compañero, no suyo. De nuevo, Bale le quitaba la gloria.
Ronaldo no la tuvo durante el resto de partido porque lo evitó el portero Diego Mariño, porque sigue desacertado lanzando tiros libres, porque falló en los nueve disparos de los 22 que lanzó el Real Madrid y porque por su ansiedad por volver a ser el mismo que fue no hace mucho, puede más con él.
Por todo eso, el jugador proyectó una imagen poco colectiva y muy individualista. Desde su grito en la gala del Balón de Oro, no levanta cabeza. Lionel Messi le ha superado como máximo goleador cuando hace meses parecía impensable.
«Cristiano estaba vivo. El primer gol nació de un tiro suyo que salvaron en la línea de portería y que después marcó Bale. El segundo lo mismo. No ha marcado, pero ha estado vivo en el partido y fue determinante en los dos goles de Gareth», dijo Ancelotti tras el duelo.
Cristiano Ronaldo, enfadado ahora, se verá la cara con Messi el fin de semana que viene para intentar redimirse. Indudablemente, pese a su mala racha, es indispensable para Ancelotti, pero su estado anímico, enojado con el mundo y consigo mismo no ayuda al colectivo. El individualismo puede llevar a la frustración y el Cristiano más individualista no es el mejor Cristiano.
DC | EFE